Con motivo de la celebración de la Semana Internacional sin Televisión, Ecologistas en Acción denuncia el papel que ésta juega en la invisibilización de la crisis ambiental y en la destrucción de las relaciones sociales.

Esta semana pretende llamar la atención sobre el modelo de vida destructor e insostenible que la televisión publicita cada día. Su incidencia es muy importante si tenemos en cuenta que la mayor parte de los estudios coinciden en que las personas dedican a ver televisión un tiempo equivalente a 11 años completos de su vida vida.

Ecologistas en Acción recuerda que detrás de la aparente función de entretenimiento o información, se encuentra su objetivo más importante: incitar al consumo masivo de los productos y servicios que venden las compañías que se anuncian o son directamente sus propietarias.

En un momento de crisis causada por la superación de los límites físicos del planeta en cuanto a la extracción de materiales y generación de residuos, la televisión obvia la necesaria reducción de la presión humana sobre los recursos naturales y se hace punta de lanza de la falacia imposible de continuar creciendo, aunque sea a costa de la miseria de muchas personas en el presente y de las posibilidades de supervivencia en el futuro.

Aprovechándose de la dificultad que tiene el cerebro para distinguir entre la realidad y las imágenes virtuales, la televisión reduce y degrada las interacciones de las personas entre sí y con el territorio y las sustituye por la contemplación de un espacio virtual seleccionado intencionalmente para servir a la comercialización a gran escala. La TV dificulta el uso del pensamiento complejo (abstracción, imaginación, reflexión) y por lo tanto disminuye la posibilidad de entender críticamente muchas de sus propuestas, en especial las de naturaleza comercial.

Esta escapada virtual, es decir, la sustitución de la mirada a la realidad por la mirada a las pantallas, está haciendo que muchas personas se desentiendan de la destrucción que sufren los territorios y los sistemas vivos. Las personas se encierran en sus casas y pasan muchas horas delante de la televisión, en detrimento de la relación con las personas “reales” más próximas como vecinos, compañeros o familiares. Las personas reales se sustituyen por personajes virtuales (ésta puede ser una de las razones del auge de las teleseries y de los personajes de la prensa rosa) dificultándose con ello la articulación de relaciones sociales imprescindibles para la supervivencia y el cuidado del territorio.

Como tecnología de implantación de imágenes en el cerebro, la TV permite “hablar” directamente al interior de la mente de millones de personas y depositar en ella imágenes capaces de lograr que la gente haga lo que de otra manera nunca hubiera pensado hacer. Se publicita en buena medida todo lo que no se necesita.

La televisión muestra y hace apetecible e inofensivo un modo de producción y consumo obsceno que deteriora irreversiblemente el planeta del que dependemos. Destruye la enorme diversidad de producciones locales (que carecen de poder para influir en la televisión), en general menos agresivas para el medio ambiente, y las sustituye por una producción masiva y homogénea controlada por un número muy reducido de grandes compañías.

La televisión al aislar a las personas, que dejan de hablarse entre sí, y desconectarlas del territorio se convierte con frecuencia en un referente superior a la realidad misma. Lo que no sale en la televisión no existe.

Es necesario denunciar el papel que la TV cumple en la degradación de las relaciones humanas y de la naturaleza. La mejor manera de minimizar sus efectos es directamente apagarla.

Durante esta semana Ecologistas en Acción mantendrá exposiciones de carteles críticos con la televisión y organizará charlas y conferencias alrededor del tema.