Jaedilla-Ecologistas en Acción de Arahal solicita al Ayuntamiento que retire los dispositivos luminosos colocados recientemente en monumentos culturales y religiosos y los sustituya por otros que emitan el flujo luminoso por debajo del plano horizontal.

Jaedilla–Ecologistas en Acción de Arahal ha solicitado al Ayuntamiento que retire inmediatamente todas las instalaciones o dispositivos luminotécnicos que se han colocado recientemente en los monumentos religiosos y culturales (Convento de las Monjas, Iglesia de la Veracruz, Iglesia de San Roque, Monumento a Pastora Pavón, Plaza Cruz de la Cava,…) ya que los mismos emiten luz por encima del plano horizontal, provocando el fenómeno de Contaminación Lumínica por emisión de luz directa a la atmósfera. Los elementos serán sustituidos por luminarias que estén diseñadas para que emitan su flujo luminoso por debajo del plano horizontal, desde arriba hacia abajo, evitando que se dirija hacia el cielo nocturno como hasta ahora.

El fenómeno de Contaminación Lumínica es uno de los impactos del medio natural que más rápidamente está creciendo, debido a la alteración de los niveles de luz ambiente en el medio nocturno provocada por la luz artificial. Está originada por el uso de un alumbrado ineficiente y mal diseñado, que envía la luz a zonas donde es innecesaria: hacia el cielo.

La contaminación lumínica provoca numerosos y perjudiciales efectos económicos, sociales, culturales y ambientales de gran trascendencia. Su principal efecto es el aumento del brillo natural del cielo nocturno, lo cual dificulta seriamente las investigaciones astronómicas y puede causar daños a ecosistemas, provocando alteraciones en los ciclos vitales y en el comportamiento de especies animales y vegetales de hábitos de vida nocturno. Además el consumo energético se ve innecesariamente incrementado, originando un aumento de los costes económicos y de la producción de contaminantes atmosféricos. Otros impactos negativos recaen en la calidad ambiental de zonas habitadas, ya que aumenta la intrusión lumínica en la propiedad privada, provocando molestias tales como fatiga visual, ansiedad y alteraciones del sueño.

No ponemos en duda el logro que supone el alumbrado exterior nocturno y su necesidad para el desarrollo de nuestras actividades, sin embargo la contaminación lumínica NO es la consecuencia inevitable de este gran avance. Por otra parte, es rotundamente falso que, evitando la contaminación lumínica, se quiera dejar pueblos y ciudades a oscuras, pues solo se pretende eliminar la emisión de luz directa a la atmósfera sin que, por supuesto, se vean comprometidos los niveles de iluminación necesarios en el suelo. De hecho, este tipo de contaminación lumínica está producida por luz artificial que se desperdicia de forma inútil, pues toda la luz enviada lateralmente, hacia arriba o hacia los espacios en donde no es necesaria no se utiliza para ver y es un derroche de energía y dinero.

Este fenómeno se regula por primera vez en Andalucía con la aprobación de la Ley 7/2007, de 9 de julio, de Gestión Integrada de la Calidad Ambiental, concretamente en el Capítulo II del Título IV. La Ley tiene como finalidad preservar las condiciones naturales de oscuridad, promover un uso eficiente del alumbrado, reducir la intrusión lumínica y salvaguardar la calidad del cielo y facilitar la visión del mismo.

Dicho esto, también le solicitamos al Ayuntamiento que aplique reglas sencillas y lógicas como el uso de farolas apantalladas donde la bombilla esté instalada horizontalmente y que dirijan su flujo luminoso únicamente hacia abajo. Que sustituya progresivamente el alumbrado público preferentemente por lámparas de vapor de sodio de baja presión (VSBP); que restrinja el horario de iluminación ornamental, apagando el alumbrado en la franja de horario nocturno; o que reduzca el consumo en horas de menor actividad mediante la bajada de tensión en la red pública o el apagado selectivo de luminarias.

Creemos que no hay nada que impida realizar estos prácticos y sencillos ejemplos, salvo la voluntad política de dar el paso. Le recordamos que existe una declaración de reconocimiento del valor cultural del cielo nocturno y de la necesidad de preservarlo para la ciencia y las generaciones venideras. El cielo nocturno debe ser protegido como patrimonio común de todos los ciudadanos y ciudadanas y por la necesidad de posibilitar su estudio científico.