Los todoterrenos originan graves impactos ambientales y sociales. Si bien esto mismo se puede afirmar de todos los automóviles, el grado de incidencia es mucho más acusado en los 4×4. Desde este punto de vista, es necesario un cambio de percepción sobre estos vehículos y sus conductores: lejos de ser representantes del éxito social, no son sino el exponente más claro del despilfarro de recursos y de insolidaridad con el resto del planeta.

Isidro Jiménez, Samuel Martín-Sosa, Joaquín Reina, Paco Segura, miembros de Ecologistas en Acción. El Ecologista nº 56

¿Qué tienen los 4×4 que no tengan los demás coches? Los 4×4 o todoterrenos son un tipo de vehículos especiales por su tamaño y características. En general, podemos decir que son más contaminantes y de mayor consumo que los utilitarios medios. Pero, además, los 4×4 presentan otros impactos en el medio natural, tienen graves problemas de seguridad y generan mayores daños en el medio urbano.

Aunque muchos de estos problemas también son achacables a otros vehículos, podemos decir que en los todoterrenos se concentran los impactos. Además, la presencia de estos vehículos es cada vez mayor en nuestras ciudades, y las ventas de los 4×4 en el Estado español no paran de crecer. Veámoslo en detalle.

Emisiones de CO2

Cuando hablamos de emisiones en los coches debemos hacerlo en términos medios, dada la gran variabilidad entre marcas y modelos. Sin embargo, en líneas generales, por su mayor peso y potencia, los todoterrenos presentan un mayor consumo de combustible, y por tanto mayores emisiones de CO2. Hay modelos que emiten 150 g de CO2 por kilómetro, pero otros llegan cerca de los 400 g/km. Por dotar a estas cifras de valor comparativo, la Unión Europea, para poder hacer frente al reto de sus compromisos post-Kioto, está planteando establecer un límite de emisión obligatorio de 130g/km para la media de la nueva flota a partir de 2012 [1]. Lo interesante es observar en que horquilla de emisión se sitúan los 4×4 que se venden en el Estado español. Con los datos de 2006, vemos que más del 60% de los todoterrenos pequeños se encuentran en un rango de emisión de 180 a 250 g/km. Si nos fijamos en los todoterrenos grandes, las dos terceras partes se sitúan por encima de los 200 g/km e incluso el 20% está entre 300 y 350 g/km de emisión.

Es decir, aunque existen algunos modelos de emisiones más bajas, lo cierto es que el 70% de los modelos más vendidos son del subtipo grande, por lo general de mayor consumo y emisión (**gráfico 1). Si nos fijamos en la eficiencia energética, la mayoría de los todoterrenos están clasificados con la etiqueta E, F o G, los más ineficientes.

De El Ecologista nº 56

Un argumento muy utilizado por los defensores de los 4×4 es que hay otros vehículos que contaminan tanto o más. Y ciertamente, analizados en bloque, podemos decir que segmentos como los monovolúmenes, las furgonetas, los coches deportivos, los de lujo, e incluso algunas berlinas, tienen poco que envidiar a los 4×4. Pero eso no convierte a los todoterrenos en poco contaminantes. Si la comparación se establece con otro tipo de vehículos, los 4×4 presentan unas emisiones muy por encima de las berlinas de tamaño medio o los coches pequeños. En definitiva, salvo excepciones, los modelos más contaminantes corresponden a todoterrenos grandes.

Vehículos inseguros, conductores confiados

Los problemas de seguridad de estos vehículos derivan de sus características físicas diferenciales. A nadie se le escapa que son vehículos de mayor peso, tamaño, longitud y altura. Esto les confiere mayor inercia y un centro de gravedad más elevado, lo que origina una mayor probabilidad de vuelco, y una menor capacidad de control en situaciones de viraje brusco o emergencia. Además, la distancia de frenado también es mayor, en parte por esta mayor inercia y en parte porque suelen ir equipados con neumáticos mixtos –sirven tanto para el campo como para el asfalto pero no presentan un desempeño óptimo para ninguno de los dos–, con lo que el agarre en carretera es menor que el de los neumáticos corrientes de cualquier otro vehículo.

Si a estas limitaciones físicas le sumamos la falsa sensación de seguridad que estos vehículos sólidos y de aparente estabilidad transmiten al conductor, obtenemos una combinación muy peligrosa: coches menos seguros conducidos por conductores demasiado confiados. La revista científica British Medical Journal mostraba en un estudio publicado en 2006 que los conductores de 4×4 presentan un índice de incumplimientos cuatro veces superior al de los conductores de turismos normales en lo referente a las normas de seguridad –empleo del teléfono móvil, uso del cinturón de seguridad–. Por su parte, una aseguradora británica afirma que en caso de accidente en el que está implicado un todoterreno, su conductor tiene un 27% más de posibilidades de ser el responsable del siniestro.

Aunque en el Estado español todavía no se hacen estadísticas diferenciadas sobre la siniestralidad de estos vehículos, en otros países como Reino Unido se está empezando a relacionar el fuerte incremento de ventas de 4×4 en la última década con el aumento de muertes en carretera. Así, cuando acudimos a los datos de estudios desarrollados en otros lugares, descubrimos una situación poco conocida. A modo de ejemplo:

- el índice de mortalidad en caso de vuelco es 3 veces mayor en los 4×4 que en turismos;

- en caso de un sufrir un impacto lateral, el conductor de un turismo tiene 4 veces más probabilidades de morir si el vehículo que le embiste es un 4×4;

- un peatón atropellado por un 4×4 grande tiene el doble de posibilidades de morir que si es atropellado por un turismo.

La situación para peatones y ciclistas es especialmente grave si consideramos el uso cada vez más urbano de estos vehículos. Una encuesta británica afirma que el 65% de los todoterrenos jamás sale al campo. Otra vuelta de tuerca se produce cuando los conductores de estos vehículos incorporan protecciones y barras adicionales, lo que agrava considerablemente las lesiones en caso de atropello. Como siempre, los más frágiles son los niños, porque debido a su altura son menos visibles para el conductor de un todoterreno –con más ángulos muertos que en otros automóviles– y porque los golpes los reciben a la altura de la cabeza y el tórax [2].

Impactos en el medio natural

La circulación motorizada de los 4×4 por los caminos públicos y por el medio natural representa un serio problema de gestión del patrimonio natural e histórico en el Estado español. Las administraciones públicas tienen un importante desafío en este sentido. Y es que los caminos públicos conforman una amplia malla que en España puede tener algo más de 600.000 km de longitud, lo que dificulta ostensiblemente su vigilancia frente a los todoterrenos, aunque este problema es en buena medida también generalizable a los quads y motos todoterreno.

El primer impacto de los 4×4 sobre los caminos es el progresivo deterioro del firme por la erosión que causan, ya que su peso, potencia y neumáticos son capaces de erosionar con facilidad la superficie terriza de los caminos. Además, esta erosión se traduce también en la emisión de polvo, que se deposita en la vegetación aledaña.

Otro problema son los atropellos. A menudo, los caminos se encajan profundamente en el territorio o discurren por áreas con tapias de piedra, lo que dificulta la visibilidad de los animales que cruzan el camino. También, la fuerte contaminación acústica que provoca la circulación de los 4×4 tiene efectos perniciosos sobre la fauna silvestre, ya que el ruido se considera como un serio agente perturbador para dicha fauna. En este listado, también hay que mencionar los daños a elementos del patrimonio histórico-cultural y etnográfico. Recordemos que, por ejemplo, muchos caminos públicos poseen calzadas romanas (o vestigios de ellas) o empedrados tradicionales que son dañados por el paso de estos vehículos.

Tampoco hay que olvidar los constantes conflictos con los usuarios no motorizados de los caminos públicos: pastores con sus rebaños, senderistas, cicloturistas, caballistas, personas que se dedican a pasear tranquilamente por los caminos… El paso de los 4×4 a toda velocidad, y sobre todo cuando van en caravana, provocan que el ganado se espante, sin olvidar el potencial atropello de reses e, incluso, del propio pastor. Respecto a los otros usuarios, al riesgo de atropello, ruido y polvo generado y al malestar que provocan los gases contaminantes, hay que sumarle la quiebra de la armonía del paseante con el medio natural.

Estos problemas que ocasiona la circulación de los 4×4 en los caminos o pistas forestales se intensifican si los conductores, en su búsqueda de emociones fuertes, optan por circular campo a través. Los daños sobre la vegetación y el suelo serán mayores. Igualmente, los trazados improvisados, sobre todo durante el periodo reproductivo, aumentan el riesgo de abandono de los cubiles o de las plataformas de nidificación de muchos animales.

El uso de los todoterrenos en los espacios naturales está regulado por diversas normas básicas de carácter estatal, por otras de ámbito autonómico y local, y en casos concretos, por la normativa específica de algunos de los más de 700 espacios protegidos declarados en España. La ausencia de ordenanzas municipales en la mayoría de los ayuntamientos y la falta de medios y de interés para garantizar el cumplimiento de la normativa allí donde ésta existe, se ha convertido en una oportunidad para circular con impunidad por el medio natural para numerosos conductores de vehículos 4×4.

Más problemas en la ciudad

Todos los días, cuando salimos de casa, nos encontramos con unas ciudades transformadas a imagen y semejanza del coche y ocupadas por miles de ellos. Al igual que pasa con los todoterrenos en otros ámbitos, los problemas que ocasionan en la ciudad no son exclusivos de ellos, sino generalizables a los demás automóviles. Pero es claro que su especial configuración les da un plus de impacto urbano nada desdeñable frente a un vehículo medio.

Así, y hablando en términos generales:

- los 4×4 ocupan más espacio en la ciudad que otros automóviles, tanto en circulación como aparcados;

- contribuyen más a la siniestralidad, puesto que son más peligrosos para los peatones o ciclistas y para los vehículos convencionales, como se ha mencionado;

- la percepción de riesgo y el miedo al atropello –que ocasiona, por ejemplo, que a los niños no se les permita jugar solos en las calles– es mayor cuanto más masa y velocidad desarrolla un vehículo, por lo que los 4×4 resultan ser de los más problemáticos;

- generan más ruido, puesto que éste sobre todo es provocado por los motores y el rozamiento de los neumáticos, aspectos en los que los todoterrenos destacan;

- su mayor cilindrada y el hecho de que en un gran porcentaje utilicen motores diesel hace que también contribuyan más a la contaminación del aire, especialmente en cuanto a emisiones de partículas y óxidos de nitrógeno, precisamente los dos contaminantes más problemáticos para nuestra salud.

Publicidad y consumo en los 4×4

Aunque las marcas japonesas y estadounidenses tienen una larga tradición en los modelos de todoterrenos, las coreanas han llegado recientemente con precios más bajos y las europeas se han ido sumando, primero las de prestigio y poco a poco el resto. A medida que crecían las ventas, la atomización del segmento ha sido espectacular, con la aparición de adaptaciones de este tipo de coche a muy distintos usos.

En este contexto, la producción de estos vehículos ha vivido un fuerte crecimiento. Mientras la producción de turismos en el Estado español ha disminuido entre 2003-2006 en un 13%, la de todoterrenos ha aumentado en un 131% en este mismo periodo (ver gráficos 2 y 3).

De El Ecologista nº 56
De El Ecologista nº 56

El argumentario publicitario de estos vehículos ha ido adaptándose a los tiempos, pasando de resaltar la especialización tecnológica (tracción en las cuatro ruedas, marcha reductora, suspensiones para terrenos difíciles, chasis reforzado, baca para transporte de recambios…) a utilizar estrategias similares a las de los grandes turismos o los vehículos de lujo.

Sin embargo, la creciente presencia de este tipo de modelos también obliga a diversificar las estrategias, con el fin de buscar la diferenciación. Y, sobre todo, la propia adaptación del vehículo a distintos sectores ha abierto un abanico de estrategias publicitarias en muchos casos bien conocidas en otros modelos de coches de lujo, grandes berlinas o incluso coches deportivos. Todo esto implica que los todoterrenos sean ahora un elemento dinamizador de la industria publicitaria y, por lo tanto, justifiquen su predominante papel económico en los medios de comunicación.

Para señalar el aspecto aventurero del producto es frecuente hacer referencias a los rallies, los safaris o los deportes de riesgo. Por ejemplo, el rally Dakar se ha convertido –hasta su suspensión en 2008, al menos por este año– en todo un evento mediático que ensalza la potencia de estos vehículos para sortear el circuito más difícil: una naturaleza salvaje con todos los ingredientes necesarios para ser idealizada –enormes dunas de arena, serpenteantes caminos irregulares, desérticas montañas–.

Sin embargo, según los vehículos todoterrenos se han reconvertido en turismos especializados (monovolumen de lujo, berlina con tracción en las cuatro ruedas, pick-up deportivo…), los anuncios introducen también en su argumentario la ciudad como una forma más de espacio salvaje: “La ciudad puede ser el lugar perfecto para probarte a ti mismo si estás al volante del coche adecuado”, dice un anuncio del 4×4 Opel Antara.

El modelo todoterreno, nuevo capricho del consumidor urbano que no sólo busca un medio de transporte, aparece en estas últimas décadas como una opción donde confluye el prestigio de la marca y su supuesta adaptabilidad a cualquier escenario. En realidad, como su papel en circuitos difíciles es normalmente anecdótico, la mayor parte de estos enormes vehículos han devenido en modelos SUV polifacéticos (SUV es el acrónimo en inglés de Sport Utility Vehicle), donde se valora cada vez más el equipamiento y la capacidad para moverse cómodamente por carreteras antes que su respuesta en el campo y la montaña.

Atajando el problema

Es necesario atajar el problema que supone el aumento de ventas y la cada vez mayor utilización de los todoterrenos. Por un lado, desincentivando al consumidor a la hora de adquirir un vehículo que probablemente no necesita, y por otro, obligando al conductor del 4×4 a asumir, sobre todo económicamente, su carga ambiental y social. Esto se puede llevar a la práctica fundamentalmente por tres vías:

- Medidas fiscales que graven más la adquisición y tenencia de estos vehículos, en el sentido del recientemente aprobado impuesto de matriculación –que por otro lado, resulta claramente insuficiente–. Estas medidas serían extensibles al impuesto de circulación, impuesto al combustible, tarifas de aparcamientos… Es deseable que estas tasas se asocien de forma progresiva a las emisiones (con tramos cada vez más elevados para los vehículos más despilfarradores) de modo que desincentiven de forma nítida la compra y utilización de los automóviles más contaminantes.

- Estableciendo restricciones de acceso a los vehículos más contaminantes a las zonas calientes de aquellas ciudades que ya sufren un importante problema de contaminación atmosférica (peajes de acceso, zonas sin coches…).

- Facilitando una mayor y mejor información al público sobre las emisiones y sobre el impacto ambiental y social de su elección de vehículo, poniéndole coto a la publicidad engañosa, haciendo obligatoria la etiqueta energética, etc.

¿Propuestas injustas?

Es probable que muchas de las medidas para poner coto al uso excesivo de los todoterrenos, sobre todo aquellas que tienen que ver con el aumento de la fiscalidad, sean calificadas de injustas socialmente con el argumento de que favorecen a los que más tienen.

Nada más lejos de la realidad. En primer lugar, porque la situación realmente injusta es la actual, en la que todos pagamos –toda la sociedad– por los impactos que provoca el uso excesivo del coche (siniestros, contaminación del aire, ruido, ocupación de espacio…). Unos gastos que, si se cuantifican, no son compensados ni de lejos por la fiscalidad actual.

Segundo, porque tras esta argumentación se esconde una trampa –bien tejida durante años por el lobby del automóvil–, una creencia tan asumida como falsa: que el coche es el medio universal de transporte. Sobre esta creencia se argumenta que cualquier incremento de la fiscalidad sobre el coche es injusta para quien menos tiene. Sin embargo, quienes así razonan olvidan que un 30% de los hogares españoles no disponen de automóvil (la mitad de este porcentaje porque no se lo puede permitir, y la otra mitad porque no lo quieren) o que más de la mitad de los españoles no disponen de permiso de conducir (y esta proporción es mucho mayor entre las mujeres, personas de edad y los menores). Así que el automóvil de ningún modo se puede considerar el medio de transporte universal. Sólo el transporte público puede tener esta consideración y, de hecho, buena parte de las medidas recaudatorias propuestas se pueden plantear como una forma de financiar un mejor y más sostenible transporte público.

También habrá voces que tachen cualquier restricción al coche o a los todoterrenos como una agresión a la libertad individual, al derecho de circular por donde uno quiera con el vehículo que quiera. De forma interesada olvidan que este supuesto derecho a conducir por donde a uno le plazca no debe desarrollarse a expensas de otros derechos mucho más importantes, como el propio derecho a la vida y al bienestar, el de respirar un aire saludable o disfrutar de un espacio seguro y sin ruidos.

Y eso sin hablar de lo insolidario que resulta utilizar vehículos tremendamente despilfarradores en un mundo con cada vez más problemas de suministro energético, de disponibilidad de materiales o con graves problemas para asimilar las emisiones de gases de efecto invernadero.

Notas y referencias
- Ecologistas en Acción ha publicado 4×4 = – Planeta. Madrid, diciembre 2007, 56 pág, 4 €. Puede consultarse para ampliar los datos, argumentos y referencias reflejados en este artículo en https://www.ecologistasenaccion.org/spip.php?article10197 (estudio disponible en castellano, catalán, gallego e inglés)

Notas

[1] La UE se marcó hace 10 años el objetivo de limitar las emisiones a 120 g/km. La presión e inacción de la industria ha conseguido retrasar y rebajar de momento esa exigencia hasta los 130g/km. El movimiento ecologista está luchando para conseguir un límite más estricto.

[2] Seguridad para peatones. ¿Son los vehículos todoterreno y los SUV más peligrosos que otros coches? Informe de la Fundación RACC, agosto de 2007.