La Estrategia tiene fuertes carencias que hacen que realmente no sirva para avanzar hacia la sostenibilidad sino para todo lo contrario, profundizar más en la insostenibilidad. La mayor de estas carencias es que no plantea en ningún momento la imprescindible reducción del consumo.

Ecologistas en Acción. El Ecologista nº 55

El Gobierno acaba de aprobar la Estrategia Española de Desarrollo Sostenible (EEDS). Lo primero que habría que precisar es que no se trata de una verdadera estrategia, ya que no establece objetivos cuantificables, plazos, mecanismos concretos, ni responsables para su desarrollo en la mayoría de capítulos. En general, se trata de un repaso a las líneas de trabajo que ya desarrolla el Gobierno, muchas de las cuales, como el PEIT (Plan Estratégico de Infraestructuras y Transporte), el Plan de Asignaciones o el Programa AGUA son insostenibles, como ya se ha señalado en otros números de esta revista.

Graves carencias

Sin embargo el mayor problema de la EEDS es su base de partida, ya que no tiene en cuenta que los límites del planeta ya han sido superados. La Estrategia no plantea una de las bases de la sostenibilidad: la reducción del crecimiento y del consumo. Es más, evita descaradamente hablar de reducción de consumo de recursos y energía, una reducción que, en un escenario de sostenibilidad, probablemente debería ser de un 90% respecto a la actual para las sociedades más despilfarradoras, como lo es la nuestra.

A nuestro juicio no es posible desarrollar ninguna propuesta económica sostenible que no tenga en cuenta la economía ecológica, algo ausente en la EEDS. Los indicadores usados por el capitalismo (y mayoritariamente por esta Estrategia) se basan en la contabilización de lo monetario. Pero, si se quiere poner en el centro la satisfacción de las necesidades vitales en armonía con el entorno, es preciso incorporar otros indicadores que los sustituyan (mochila ecológica, Apropiación de la Producción Primaria Neta, Requerimiento Total de Materiales, Índice de Progreso Genuino…).

Otra de las ausencias más relevantes son los planes para reestructurar el sistema de producción y consumo hacia lo local para así reducir la insostenibilidad intrínseca a la globalización capitalista. El proceso de globalización no sólo supone un mayor consumo de combustible en transporte, sino que también requiere la construcción de impactantes infraestructuras, un mayor requerimiento de embalajes, un incremento del riesgo de accidentes… además de responder a la necesidad de crecimiento continuo del sistema.

La huella ecológica muestra que existe un flujo de materiales y energía que va desde los países del Sur a los del Norte. Esto evidencia que el desarrollo es un fenómeno posicional en el que los países enriquecidos superan las posibilidades que les dan sus propios territorios. Por lo tanto no cabe físicamente generalizar sus patrones de vida al resto de la población mundial. Es por esto que no tiene mucho sentido hablar de cooperación al desarrollo, como hace la EEDS, cuando además las multinacionales españolas saquean y contribuyen a la pobreza de muchos países empobrecidos. Parece más lógico evitar las condiciones de empobrecimiento que poner parches dando créditos posteriormente.

Los mecanismos que recoge la Estrategia prácticamente sólo son de mercado, pero el mercado funciona únicamente sobre la base del incremento del beneficio individual, lo que es incompatible con buscar el máximo beneficio colectivo.

La mayor parte de las actuaciones que se proponen están basadas en la ecoeficiencia, necesaria pero no suficiente para abordar la crisis, ya que las medidas ecoeficientistas, sin que vayan acompañadas de otras que obliguen a reducir, acaban incrementando el consumo. La propia EEDS reconoce, por ejemplo, que la mejora en la quema de combustible de los coches no ha servido para reducir la contaminación del aire, ya que el parque automovilístico ha crecido de forma importante.

Otro de los mitos que maneja la Estrategia es que la terciarización de la economía supone menos costes ambientales. Pero, si se analiza la evolución de indicadores como las emisiones de gases de efecto invernadero [1] o el Requerimiento Total de Materiales de la economía española [2], este argumento se desmorona.

El último apunte general es que, para diseñar una estrategia, hay que delimitar responsabilidades. La EEDS adolece de su búsqueda, ya que enfoca primordialmente a la ciudadanía y no a las grandes empresas y los distintos gobiernos, que tienen mayor responsabilidad en la situación presente.

Sin propuestas audaces

Tras estos comentarios generales queremos señalar algunos aspectos más concretos:

Cuando se habla de residuos, se nombra el reciclaje y la reutilización, pasándose de puntillas por la reducción. Además consideramos que la incineración (“valorización energética” en el texto) no es, en ningún caso, un final asumible para los residuos.

Un aspecto fundamental para la sostenibilidad es eliminar la liberación de xenobióticos. Las propuestas de control de los compuestos dañinos para el ambiente son insuficientes. Así, el reglamento REACH, aunque supone un avance, tiene todavía numerosas deficiencias que hacen que, incluso si se implanta, vayamos a seguir viviendo rodead@s de compuestos potencialmente dañinos.

En el texto hay varias referencias al pilar que debería ser la educación en este camino hacia la sostenibilidad, pero las propuestas son insuficientes. La principal de ellas pivota sobre la LOE que, según el estudio realizado por Ecologistas en Acción, tiene un currículum insostenible.

En lo que respecta al transporte, la peor estrategia que se podría plantear para reducir las emisiones y el resto de impactos del transporte es alentar el crecimiento de los medios más insostenibles. Pero a este fin dedica el PEIT, parte de esta EEDS, la mayor proporción de su abultadísimo presupuesto.

La Estrategia plantea para luchar contra el calentamiento global una “reducción del consumo de energía primaria por lo menos del 2% anual respecto al escenario tendencial”. Esto quiere decir que la EEDS plantea un ¡crecimiento! de consumo del 1,07% cada año.

En cuanto al supuesto papel beneficioso del gas natural en el sector eléctrico hemos de señalar que las ventajas ambientales que proporcionan sus menores emisiones específicas se han visto anuladas por el fuerte crecimiento que ha experimentado la demanda. Además está lejos de ser una fuente limpia como reza el texto [3].

El texto da mucha importancia a los sumideros en la lucha contra el calentamiento global. Pero el efecto de estos mecanismos puede ser reversible. De hecho las previsiones son que en la Península Ibérica los bosques puedan, hacia la segunda mitad del presente siglo, transformarse en emisores netos de carbono.

Los llamados mecanismos de flexibilidad del Protocolo de Kioto, recogidos en esta Estrategia, suponen que las reducciones de emisiones que se contabilizan no se realizan en el país que se las apropia para cumplir el Tratado. Por tanto, no son resultado de la transformación de su sistema económico hacia una disminución permanente de su impacto sobre el clima.

En el apartado referente al agua se apuesta de manera decidida por incrementar los recursos hídricos disponibles mediante el aumento de la eficiencia en la utilización del agua y la construcción de desaladoras. Desde Ecologistas en Acción estamos de acuerdo con incrementar la eficiencia, sin embargo la experiencia de lo ocurrido en los últimos años nos muestra que esos recursos ahorrados han ido dirigidos en su mayor parte a cubrir nuevas demandas.

Consideramos que la única manera que existe de alcanzar una situación de sostenibilidad y de equilibrio hídrico en las diferentes cuencas pasa necesariamente por frenar el crecimiento de la demanda de agua, al menos en las cuencas del Tajo, Guadiana, Guadalquivir, Sur, Segura, Júcar, Cuencas internas de Cataluña, Ebro, y en los dos archipiélagos. Asimismo, en algunas cuencas, será necesario reducir la superficie de regadío [4]. En cambio la EEDS apuesta decididamente por el regadío y la agricultura industrial.

No se hace mención alguna a la problemática que afecta a la pérdida de biodiversidad que vivimos (desaparición de especies y de recursos naturales, falta de medios de conservación, falta de voluntad política…), ni a los medios que son necesarios para combatirla.

La EEDS sería un marco adecuado para reflejar las conclusiones de los muchos informes y trabajos que en los últimos meses se han presentado en relación a la destrucción del territorio debido a la actividad urbanística. No tiene sentido que la EEDS trate tan exiguamente una de las principales causas de insostenibilidad. Difícilmente se podrá hablar de desarrollo sostenible si el suelo es objeto de un uso irracional y destrucción irreversible. La Ley del Suelo es insuficiente para proteger nuestro territorio [5].

Por lo tanto, Ecologistas en Acción le da un sonoro suspenso a esta Estrategia Española de Desarrollo Sostenible.

Notas

[1] El Estado español ha incrementado sus emisiones en un 48% en el periodo 1990-2006.

[2] España consumió 48,28 toneladas de recursos por habitante en 2003. Respecto al origen de los materiales consumidos, es de destacar que, por cada tonelada que se exporta se importan más de dos. Además, los productos son de origen no renovable en el 75% de los casos, porcentaje que está aumentando. Por último, el Estado español necesita cada vez más materiales para producir la misma riqueza.

[3] Una central de 1.200 MW de potencia eléctrica, emite cada hora 440 t de CO2 y también otros contaminantes como NOx, además de demandar una importante cantidad de agua para refrigeración.

[4] Ver artículo de Martín Barajas en este mismo número de El Ecologista.

[5] Ver Mª Ángeles Nieto, 2007: “La nueva Ley del Suelo”. El Ecologista nº 53.