Los niveles de contaminación superan las recomendaciones internacionales.

Miguel Ángel Ceballos, Área de Calidad del Aire de Ecologistas en Acción. Revista Ecologista nº 89.

En el Estado español, y en Europa, se respira un aire contaminado que supera las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud. Otro año más, Ecologistas en Acción publica un informe que arroja resultados preocupantes sobre el estado del aire y las sustancias que respiramos.

En los últimos años, la práctica totalidad de la población española y europea respira aire contaminado, lo que incumple los estándares recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esta situación ha sido puesta de manifiesto por la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) y, en nuestro país, por los informes anuales sobre la Calidad del Aire en el Estado español que, desde hace una década, viene publicando Ecologistas en Acción.

Las últimas estimaciones de la AEMA y la OMS sobre la repercusión sanitaria de la contaminación atmosférica son muy preocupantes. Elevan en el año 2012 hasta 450.000 las muertes prematuras en los países europeos por la mala calidad del aire, 432.000 por exposición a partículas inferiores a 2,5 micras de diámetro (PM2,5), 75.000 por los niveles de dióxido de nitrógeno (NO2) y 17.000 por exposición a ozono. En España, las víctimas de la contaminación serían alrededor de 30.000 al año, 25.500 por partículas PM2,5, 5.900 por dióxido de nitrógeno y 1.800 por ozono, lo que supone un aumento muy importante frente a los 16.000 fallecimientos prematuros anuales que se estimaban hace apenas una década.

En 2015, se ha producido un aumento general de los niveles de contaminación de partículas en suspensión (PM10 y PM2,5), dióxido de nitrógeno, ozono troposférico y dióxido de azufre (SO2), el primero desde el inicio de la crisis económica en 2008. Al margen de la coyuntura meteorológica, caracterizada el año pasado por una mayor estabilidad atmosférica, hay señales preocupantes que advierten de que podemos estar asistiendo a un cambio de tendencia, tras años de reducción de los contaminantes clásicos (partículas, dióxido de nitrógeno y dióxido de azufre: el repunte del tráfico por carretera (el consumo de combustibles de automoción en 2015 fue superior al de los tres años anteriores), el fraude en los sistemas de certificación de las emisiones de los automóviles (conocido a partir del escándalo Volkswagen) y el aumento de la producción eléctrica en centrales térmicas de carbón, petróleo y gas, a costa de las energías renovables

Los actuales niveles de contaminación asociados a partículas, dióxido de nitrógeno y dióxido de azufre son muy inferiores a los registrados hace sólo diez o veinte años. También son inferiores a los que sufren otras regiones del planeta como el sudeste asiático o Latinoamérica, donde las concentraciones de partículas se multiplican, varias veces, a las ya insalubres que respiramos en Europa o España.

Aun así, la mejora de los conocimientos científicos sobre contaminación y salud y los efectos acumulativos, sobre una población históricamente castigada por la polución en general (no sólo atmosférica), explicarían en parte la tendencia al alza de las evaluaciones oficiales de daño sanitario.

Otro factor a considerar sería la incertidumbre sobre la representatividad de las evaluaciones oficiales de la calidad del aire, sesgadas en nuestro país por la reubicación de decenas de antiguos medidores orientados al tráfico hacia localizaciones suburbanas o rurales.

El ozono troposférico

En parte, como consecuencia inesperada de esta reubicación de las estaciones urbanas conflictivas, lejos del tráfico, tenemos en España el contaminante que presenta una mayor extensión y afección a la población. Ese contaminante es el ozono troposférico, cuyos niveles se mantienen en los últimos años estacionarios o incluso al alza.

Se trata de un problema específico de la Europa mediterránea, dado que el ozono “malo” (llamado así por contraste con el de la estratosfera) se forma en verano cerca de la superficie terrestre. Se produce por efecto combinado de la radiación solar y las emisiones de óxidos de nitrógeno e hidrocarburos volátiles de la combustión de carbón, petróleo o gas en centrales eléctricas, vehículos y calderas urbanas e industriales. Otra característica particular de la química del ozono es que éste se acumula a una cierta distancia de las fuentes de sus precursores, por lo que paradójicamente afecta mucho más a las zonas rurales y periurbanas que a las ciudades.

Por todo ello, la evolución al alza de la contaminación por ozono parece ser consecuencia, en primer término, de la tendencia al incremento en verano de las temperaturas medias y de las situaciones meteorológicas extremas (olas de calor), resultado del cambio climático. Estando mediatizada también por el cambio de relación entre dióxido y monóxido de nitrógeno en las emisiones del tráfico, que está elevando los niveles de ozono en áreas antes “libres” de este contaminante como los centros peatonalizados de las ciudades grandes y medias. Un último factor que contribuye a complicar el comportamiento de este contaminante son los desplazamientos de masas de aire contaminado, en nuestro país, por ejemplo, entre la Comunidad de Madrid y Castilla y León, Castilla-La Mancha y Extremadura.

Para completar el esbozo de la situación actual de la calidad del aire, hay que resaltar que está aumentando la preocupación por los elevados niveles del cancerígeno benzopireno, el único contaminante que en Europa se ha incrementado en la última década, como advertía el último informe de la AEMA. La medición de este contaminante y de las partículas PM2,5 es hoy por hoy completamente insuficiente en España, no obstante se están detectando niveles elevados que afectan a millones de personas en Andalucía, Asturias, Cataluña, Navarra, las ciudades de Santander, Valladolid, Valencia y Madrid o la comarca de Puertollano.

El cancerígeno benzopireno

Frente a este panorama general, las autoridades europeas, estatales y autonómicas se han esforzado más por ‘edulcorar» y ocultar la realidad que por adoptar medidas eficaces para reducir la contaminación. Así, los cambios normativos de la última década han ido dirigidos a relajar los estándares legales y los plazos para su cumplimiento, cada vez más alejados de las recomendaciones de la OMS. Por ejemplo, el límite legal anual específico para las partículas PM2,5 es el doble que el existente en Estados Unidos y 2,5 veces superior al recomendado por la OMS; y el límite legal anual del cancerígeno benzopireno (α-benzopireno) es ocho veces superior a la recomendación de la AEMA, en base a los estudios de la OMS.

La información a la ciudadanía no es ni adecuada ni ajustada por la gravedad del problema. Las frecuentes superaciones del umbral de información establecido para el ozono se acompañan en el mejor de los casos de avisos rutinarios a la población para que se autoproteja, sin medidas preventivas adicionales. En muchas ocasiones, dichos avisos se producen a posteriori, se realizan por medios de escasa difusión o no llegan a producirse. En general, las autoridades tienden a trivializar estas situaciones ‘punta', así como la contaminación estructural, lesionando el derecho a la salud de los grupos de población más sensibles (niños y niñas, mujeres gestantes, personas mayores o con enfermedades respiratorias y cardiovasculares).

Mejora de la calidad del aire

Por otro lado, los Planes de Mejora de la Calidad del Aire, obligatorios según la legislación vigente y responsabilidad de comunidades autónomas y ayuntamientos, en muchos casos no existen, y en otros apenas si tienen efectividad por falta de voluntad política. Así, el Estado español acumula una década de retraso en la elaboración y aplicación de los planes de reducción de ozono troposférico en las zonas en las que se viene superando el objetivo legal desde el trienio 2003-2005.

Al mismo tiempo, los Planes de Mejora de la Calidad del Aire adoptados en las ciudades de Madrid, Barcelona, Valencia o Granada han resultado hasta la fecha inoperantes para reducir los elevados niveles de dióxido de nitrógeno que sufren por efecto del denso tráfico urbano e interurbano. El Plan Aire, aprobado hace tres años por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente apenas ha tenido desarrollo.

Las principales vías de actuación para reducir la contaminación del aire pasan por la disminución del tráfico motorizado, la reducción de la necesidad de movilidad y la potenciación del transporte público (en especial el eléctrico). Es necesario además dar facilidades al peatón y la bicicleta en las ciudades. Para mejorar el aire de las zonas industriales la mejor estrategia es la adopción generalizada de las mejores técnicas disponibles y la reducción drástica de la generación eléctrica por centrales térmicas, cerrando las que utilizan carbón.

Campaña ozono 2016
Este verano Ecologistas en Acción está desarrollando una campaña de información y denuncia de la contaminación por ozono troposférico, centrada en la Comunidad de Madrid y territorios limítrofes de Castilla y León, Castilla-La Mancha, Cataluña y el sureste peninsular (Almería y Murcia).

Entre junio a septiembre, está circulando una exposición sobre el problema de la contaminación por ozono troposférico por diversos centros públicos de las áreas más afectadas. Al mismo tiempo que se avisa a la población de que se han superado los límites legales de ozono y se recomiendan medidas de protección para la salud y la vegetación. Dentro de la campaña, se han solicitado planes de mejora de la calidad del aire a la docena de comunidades autónomas que aún no han elaborado los referidos planes a este contaminante, y se ha presentado una queja ante la Comisión Europea por el incumplimiento de la legislación europea sobre ozono trosposférico.

https://www.ecologistasenaccion.org/ozono

Incendio de neumáticos de Seseña
El incendio provocado en el vertedero de neumáticos de Seseña, en el que ardieron durante más de tres semanas casi 100.000 toneladas de neumáticos liberó liberando a la atmósfera y dispersó miles de toneladas de sustancias tóxicas como partículas, benceno e hidrocarburos aromáticos policíclicos.

La evacuación inicial de la urbanización El Quiñón, situada a 300 metros del incendio, fue rápidamente revocada y habitantes expuestos durante semanas a unos niveles de contaminantes tóxicos elevados. En el caso de los contaminantes cancerígenos como el benceno o el benzopireno multiplicaban por hasta 86 veces el límite establecido por la normativa, y por 700 veces la guía de la Agencia Europea de Medio Ambiente y la Organización Mundial de la Salud.

El problema se centra ahora en la limpieza de la contaminación tóxica esparcida por kilómetros a la redonda, en el control de los niveles de tóxicos en alimentos y personas expuestas, así como en el destino final de los restos de la combustión incompleta de los neumáticos, para los que de manera indecente se propone la incineración en calderas industriales o domésticas.

Como sucedió el año pasado en el incendio de neumáticos de Ardoncino, León, todo apunta a que las autoridades de Castilla-La Mancha y Madrid están decididas a esconder el problema para no asumir las consecuencias de su comportamiento negligente.

Los neumáticos fuera de uso pueden ser recauchutados o reciclados para diversas aplicaciones como firmes de carretera, pavimentos en instalaciones deportivas y recreativas, o suelas de calzado. Durante 2014 y según los sistemas integrados de gestión Signus y TNU, se produjeron en España 230.000 toneladas de neumáticos usados, de las cuales 30.000 se recauchutaron, 100.000 se reciclaron y el resto se incineraron en fábricas de cemento.

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