La prensa de los últimos días del año 2010 nos deparó una grata noticia; la iniciativa del ayuntamiento de potenciar la movilidad ciclista. Quizás no tanto por el titular, utilizado en muchos lugares como un lavado de cara, sino por los puntos de partida; la apuesta por la sustitución del coche por la bici y el planteamiento de un trazado funcional, y no simplemente lúdico, del carril-bici. En este sentido, es brillante la idea de la conexión ciclable con Aiegi y Villatuerta.

Esto puede ser el punto de partida para dejar el coche como un medio de transporte interno meramente residual, con lo que ello supone de reducción de emisiones, de consumo de combustibles fósiles (o electricidad), de generación de ruidos y peligrosidad. Más importante incluso que el fomento de la bici es la erradicación del coche (al menos en su uso interno en Estella), verdadero reto para el consistorio. En una ciudad pequeña y manejable como Estella, un porcentaje de uso del coche del 35% es verdaderamente exagerado.

Además, esto no es una utopía, sino una acción posible y necesaria. El ejemplo de Sevilla muestra que cuando la movilidad se plantea íntegramente, la sustitución coche por bici es posible.

El aspecto menos atractivo resulta la previsión de gasto de 2,65 millones de euros en obras para el carril-bici. Conviene recordar que el trasfondo de las obras es el de siempre; el consumo de recursos (combustibles fósiles, maquinaria, suelo vegetal, materiales…), el correspondiente impacto medioambiental que inevitablemente conlleva (canteras, cementeras, transportes…) y también el impacto social (insostenibles gastos del fondo común y empoderamiento de promotores, constructores, etc). En definitiva, “la obra, aunque se vista de seda, obra se queda”.

En la lógica de la lucha contra el cambio climático, sería paradójico que las emisiones de CO2 que se evitan con la sustitución del coche por bicicleta se soltasen a raiz de las obras justificadas con tal fin

Frente a esto, parece posible y necesario un planteamiento sostenible para la inclusión de la bici en el espacio público, basado más en la coexistencia con el coche o en la sustitución del espacio rodado destinado al coche por carril bici. Un buen sistema de señalización vertical y en pavimento puede ser un soporte útil y sencillo. Por otra parte, la movilidad sostenible no debe ser el argumento para extender todavía más la superficie pavimentada, especialmente en Los Llanos.

Con el acercamiento del “pico del petróleo”, o fin de la época de la energía barata, tendremos que plantearnos en origen el asunto de la movilidad. Muchos de nuestros desplazamientos son creados por el sistema de funcionamiento socio-económico y, por lo tanto, evitables. Otros tantos, por necesidades creadas basadas en las carencias estructurales propias de una sociedad deshilvanada, y también evitables.

Quizás el reto desde los ayuntamientos estriba en la práctica de un urbanismo contenido, no expansivo, basado en el uso del espacio público por las personas, no por el automóvil o el capital. En definitiva, lo contrario a las tendencias actuales. Esperemos que este plan de movilidad sea el punto de partida para cambiar las tornas.

Ecologistas en Acción de Tierra Estella