2011 será el Año Internacional de los Bosques

José Ignacio López-Colón y José Luis García Cano, Ecologistas en Acción. Revista El Ecologista nº 67

Los bosques son ecosistemas con una gran diversidad biológica, que cubren casi la tercera parte de la superficie terrestre. En el artículo se repasa brevemente su estado de conservación a escala global.

El 20 de diciembre de 2006, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la resolución por la que se declaraba 2011 Año Internacional de los Bosques. Esta celebración, cuando acaba el año dedicado a la diversidad biológica [1], puede causar cierto escepticismo de la utilidad real de estos eventos, pero al menos servirá para concienciar de que los bosques son parte integrante del desarrollo sostenible del planeta debido a los beneficios económicos, socioculturales y ambientales que proporcionan, cuya importancia no se ha valorado aún de manera conveniente.

Para ello, hay que tener en cuenta que los bosques que todavía cubren más del 30% de todas las tierras del mundo [2], contienen el 90% de la biodiversidad terrestre conocida [3] y aproximadamente el 60% de toda el agua dulce disponible del planeta proviene de áreas boscosas. Calculándose que alrededor de 1.600 millones de personas [4] dependen de los recursos forestales para su supervivencia. Y su papel es determinante sobre la climatología del planeta [5].

A pesar de todo ello, los gobiernos no son capaces de llegar a acuerdos vinculantes para tomar las medidas oportunas y asumir compromisos internacionales para proteger los bosques. Al contrario, su transformación, explotación y degradación siguen por senderos insostenibles que se convertirán en irreversibles a medio plazo.

En las últimas décadas se sigue observando una elevada tasa de deforestación que hace que la disminución de la superficie de los bosques primarios siga siendo brutal, lo que junto a una degradación forestal constante por todas partes, hace que se esté poniendo en jaque a la biodiversidad forestal. No obstante, en muchos países se observa una tendencia positiva constante de conservación de la biodiversidad forestal en zonas específicamente designadas para esa finalidad.

Está demostrado que la deforestación y la reconversión de tierras para labores agrarias o ganaderas son las causas más influyentes en los cambios climáticos de las épocas preindustriales. Los efectos producidos por la influencia antropogénica en el clima de la Tierra se deben a esas causas más las nuevas que aparecieron tras la industrialización. Las amenazas actuales a la biodiversidad a consecuencia de las actividades humanas son tan variadas como poderosas, lo que hace que miles de especies desaparezcan cada año de la faz de la Tierra, en su mayor parte sin llegar siquiera a conocerse. Entre las causas, destacan por su importancia la pérdida y degradación de los hábitats, la contaminación del aire, suelos y aguas y la introducción de especies invasoras. Se estima que se están extinguiendo especies a un ritmo mil veces superior al que se considera natural.

Los bosques y la biodiversidad forestal en peligro

La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) acaba de publicar la Evaluación de los recursos forestales mundiales 2010 [6], la evaluación más completa que se haya publicado de los bosques del mundo.

En dicho documento se presentan datos y se desprenden conclusiones tales como las que se enumeran a continuación:
- Entre los años 2000 y 2010, se convirtieron a otros usos, principalmente a la agricultura, o se perdieron por causas naturales, unos 13 millones de hectáreas de bosques por año. En el decenio de 1990 a 2000, desaparecieron 16 millones de hectáreas de bosque al año.
– Más de una tercera parte de todos los bosques está clasificada como bosques primarios (aquellos que no presentan indicios visibles de intervención humana). Los bosques primarios, en particular los pluviales tropicales, contienen algunos de los ecosistemas más diversos y con mayor abundancia de especies del mundo.
- Los bosques primarios del planeta ocupan el 36% de la superficie forestal (1.400 millones de hectáreas), pero ésta se ha reducido cada año en más de 40 millones de hectáreas –el 0,4% anual– en los últimos 10 años [7]
. En América del Sur se ha producido la pérdida mayor de bosques primarios, seguida por África y Asia.
- Los bosques en los que ha habido intervención humana todavía contienen valores importantes de biodiversidad y pueden contribuir considerablemente a la protección ambiental y a los medios de subsistencia locales, siempre que estén sujetos a una ordenación adecuada.
- Otras amenazas para la biodiversidad forestal son la gestión forestal insostenible, el cambio climático, los incendios forestales, las plagas de insectos y las enfermedades, las catástrofes naturales y la introducción de especies invasoras, todo lo cual produce graves daños en algunos países.
- Existe una gran preocupación por la explotación excesiva y el manejo insostenible de la fauna silvestre en muchas regiones tropicales, incluso en zonas protegidas. Este suceso se produce con más intensidad en los bosques centroafricanos. Un ejemplo es la caza comercial, que impulsada por la demanda de los consumidores de las grandes ciudades puede llevar a muchas especies silvestres a la extinción en un futuro cercano, a menos que se apliquen pronto medidas eficaces tales como leyes, participación de la comunidad, adopción de sistemas sencillos y prácticos de vigilancia de la naturaleza, así como suministrar otras fuentes proteicas a las poblaciones allá donde sea necesario.

Políticas de conservación y ordenación adecuadas

Cada vez son más necesarias una planificación adecuada y mejores políticas de conservación y ordenación en la explotación de los recursos ligados a los bosques.

Paradójicamente, la superficie forestal destinada a la conservación de la biodiversidad ha visto aumentar su superficie durante las últimas dos décadas en más de 95 millones de hectáreas. La mayor parte de este incremento (el 46%) se designó entre los años 2000 y 2005. Hoy día, el 12% de los bosques del mundo –más de 460 millones de hectáreas– están catalogados para conservar la biodiversidad. De ese modo, las zonas protegidas establecidas por decretos legislativos, tales como parques nacionales, espacios naturales, cotos de caza y zonas silvestres, abarcan en torno al 10% de la superficie forestal de casi todos los países y regiones. La función principal de estos bosques es la conservación de la biodiversidad, la protección de los recursos de suelos y agua o la conservación del patrimonio cultural.

La FAO señala que en los países se observa una tendencia cada vez más acelerada a integrar la conservación de la biodiversidad forestal en la planificación y las prácticas de ordenación forestal, pero también asevera que hay una necesidad clara de acción para mejorar la conservación efectiva y el uso sostenible de la biodiversidad en los bosques productivos, en particular en lo referente a las concesiones forestales.

Especies silvestres en riesgo de extinción

En 2009, el 36% de las especies de animales y plantas estaba amenazado, mientras que el 2% ya se había extinguido. En 2010 el porcentaje ha aumentado, aunque es variable por grupos taxonómicos. Mientras que se consideran amenazados el 21% de los mamíferos y el 12% de las especies de aves, o porcentajes que oscilan entre el 24 y el 42 % para los reptiles, anfibios, peces, insectos y moluscos, el caso de las plantas es mucho más preocupante si cabe: el 68% de las 307.700 catalogadas se encuentran en esa situación.

Que actualmente nos enfrentamos a una seria crisis en biodiversidad es un hecho innegable [8] [9] [10]. La pérdida (extinción) de especies no tiene parangón entre las fechorías que el género humano está realizando en el medio natural, salvo los consabidos exterminios que acontecen con sus propios semejantes (no sólo debido a las guerras y conflictos bélicos sino, incluso mucho más relevante, a consecuencia de las políticas que aplican los países ricos y de las reglas de juego del sistema de mercado imperante, que provocan muchas más muertes por hambrunas, falta de asistencia sanitaria y pobreza extrema en las regiones más empobrecidas y socialmente más frágiles). Empero, todavía estamos a tiempo de parar este despropósito, pero urge una política global valiente a este respecto, lo cual resulta una utopía en la actualidad ya que es patente la desunión de los países más desarrollados debido a intereses particulares.

Entre las causas que pueden desestabilizar fatalmente nuestros ecosistemas y acelerar los efectos negativos del cambio climático se encuentra la deforestación. La pérdida de biodiversidad que ello conlleva es enorme. Las posibles soluciones deben pasar por asumir planificaciones adecuadas que por el momento se centran en el establecimiento de regímenes de protección, tanto para especies como para hábitats o espacios naturales concretos y la adopción de planes de explotación forestal sostenible, pero no debe cerrarse la puerta al posible desarrollo de métodos globales más efectivos, para lo cual hay que seguir promocionando la investigación científica y la coordinación interadministrativa, la elaboración de planes de recuperación y las campañas de sensibilización y educación ambiental.

Notas

[1] 2010 ha sido el Año Internacional de la Biodiversidad Biológica. Los objetivos que hace más de ocho años se marcaron para frenar la pérdida de biodiversidad no se han cumplido. En realidad –como reconoce incluso la Unión Europea–, ni uno solo de los 21 puntos propuestos y acordados entonces por las Partes del Convenio sobre Biodiversidad. Tan sólo se ha producido un cambio sutil pero significativo: la biodiversidad ha comenzado a considerarse dentro del sistema económico. Se ha contabilizado el coste real de la pérdida de especies: cerca de tres billones de euros al año –cantidad superior al PIB de Reino Unido– según un informe de Naciones Unidas, la Unión Europea y el ministerio de Medio Ambiente alemán (La economía de los ecosistemas y la biodiversidad, TEEB según las siglas inglesas) o 4,7 billones de euros al año –más del 10 % del PIB mundial–, según otro estudio respaldado asimismo por Naciones Unidas y encargado a la consultora Truecost. No es muy alentador, pero hasta el momento no estaba contabilizada la pérdida de recursos biológicos y esto es un comienzo.

[2] El área total de bosque en el mundo es de algo más de 4.000 millones de hectáreas, que corresponde a un promedio de 0,6 ha per cápita. Los cinco países con mayor riqueza forestal (Federación de Rusia, Brasil, Canadá, Estados Unidos y China) representan más de la mitad del total del área de bosque. Diez países o áreas no tienen bosque alguno y otros 54 tienen bosques en menos del 10% de su área total de tierra. Fuente: FAO.

[3] Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.

[4] Según datos del Banco Mundial, 1.600 millones de personas dependen de los recursos forestales para su subsistencia; 1.200 millones de personas en los países en desarrollo utilizan los árboles para producir comida y generar ingresos; 350 millones de personas que viven en el interior o en la periferia de bosques densos dependen de ellos para su subsistencia y la obtención de rentas; 60 millones de indígenas que viven en los bosques tropicales de América Latina, Asia Suroriental y África Occidental dependen en gran medida de los recursos forestales.

[5] Se estima que, de seguir a este ritmo, las consecuencias de la deforestación sobre el cambio climático alcanzarán un punto sin retorno no mucho más allá del año 2050, aunque otras predicciones lo sitúan entre 2030 y mitad de siglo.

[6] La Evaluación de los recursos forestales mundiales 2010 (FRA 2010) es el resultado de cuatro años de trabajo de un equipo interdisciplinar formado por más de 900 expertos de 178 países. Contiene datos de 233 países y zonas que cubren siete temas generales: la extensión de los recursos forestales; la biodiversidad; la salud forestal; las funciones productiva, protectora y socioeconómica de los bosques, y el marco jurídico, normativo e institucional que orienta su ordenación y uso.

[7] Dicho dato necesita una explicación, ya que la reducción no significa necesariamente que esos bosques hayan desaparecido, puesto que en muchos casos lo que ha sucedido realmente es que se han reclasificado debido a la explotación selectiva o a otras intervenciones humanas.

[8] Halffter, G., Guevara, S. y Melic, A. (editores), 2007.- Hacia una cultura de conservación de la diversidad biológica. Monografías del Tercer Milenio, volumen 6. Sociedad Entomológica Aragonesa, Zaragoza, 358 p.

[9] Consultar IUCN, International Union for Conservation of Nature: www.iucn.org/what/biodiversity/

[10] Consultar IAIA, International Association for Impact Assessment: www.iaia.org