El comercio de armas y la necesidad de un tratado internacional.

Ángel Gonzalo, responsable de Medios de Comunicación, Amnistía Internacional, Sección Española. Revista El Ecologista nº 50.

El número anual de muertes causadas por las armas convencionales y, en buena parte atribuible al descontrol en el comercio de las mismas, es actualmente de al menos 378.000 personas; es decir más de mil muertes al día, según afirma el último informe de Amnistía Internacional, Intermón Oxfam y la red de organizaciones IANSA.

El documento recién publicado por estas organizaciones se titula “Armas sin fronteras. Por qué el comercio globalizado requiere controles globales” y revela la existencia de empresas de EE UU, la Unión Europea (UE) y Canadá entre aquellas que eluden las normativas sobre armas vendiendo piezas y componentes y subcontratando la fabricación de armas en el extranjero. También detalla cómo se están montando armas, incluidos helicópteros de ataque y carros de combate, con piezas y componentes extranjeros, fabricándolas bajo licencia en países como China, Egipto, India, Israel y Turquía. Estas armas y otras similares, debido al descontrol que existe, terminan en destinos como Colombia, Sudán y Uzbekistán, donde se utilizan para matar y desplazar a civiles. Esto pone de manifiesto la necesidad urgente de establecer unas normas mundiales que regulen este sector cada vez más globalizado.

Víctimas civiles

Amnistía Internacional, Intermón Oxfam e IANSA (Red de Acción Internacional sobre Armas Pequeñas, por sus siglas en inglés) llevan tres años con la campaña Armas Bajo Control para pedir a los gobiernos que adopten un Tratado Internacional que regule la venta de armas pequeñas y ligeras, que son las verdaderas “armas de destrucción masiva”, aquellas que atentan a diario contra la integridad de las personas.

Una investigación reciente ha mostrado que entre un tercio y tres cuartos de todas las graves violaciones de derechos humanos y el 85% de las matanzas documentadas por Amnistía Internacional implican el uso de armas pequeñas y ligeras. Los hombres, en particular los jóvenes, constituyen la mayoría de quienes utilizan las armas de fuego y de quienes mueren por su culpa.

Pero no sólo afectan a los hombres, ya que un elevado número de mujeres y niñas sufren directa e indirectamente las consecuencias de la violencia armada. Las mujeres están en situación de riesgo sólo por el hecho de ser mujeres y sufren abusos que se manifiestan como violencia en el hogar o ataques sexuales. De Liberia a Camboya, el fácil acceso a las armas pequeñas ha incrementado el número de violaciones de mujeres. En Puerto Príncipe, Haití, por ejemplo, el elevado número de violaciones está directamente relacionado con la proliferación de armas.

Gastos militares superiores 15 veces a inversiones en ayuda humanitaria

Los gastos militares globales han aumentado constantemente desde el año 1999 y se cree que superarán al final de 2006 los niveles más altos alcanzados durante la Guerra Fría. El gasto militar global puede alcanzar este año la cifra de 1,06 billones de dólares, lo que representa 15 veces más de lo que se invierte en ayuda humanitaria. En 2005, el gasto global en armas era un 34% más elevado que en 1996.

Algunos de los países más pobres del mundo, incluyendo Botswana, la República Democrática del Congo, Nigeria, Ruanda, Sudán y Uganda están entre los que doblaron su gasto militar entre 1985 y 2000. Y no son los únicos, en el curso 2002-2003, los gobiernos de Bangladesh, Nepal y Pakistán invirtieron más en gastos militares que, por ejemplo, en programas de salud.

En 2004, el Servicio de Investigación del Congreso de EE UU estimó que los países de Asia, Oriente Medio, América Latina y África gastaron 22.500 millones de dólares en armas, un 8% más que en 2003. Esta suma hubiera permitido a dichos países escolarizar a cada niño y niña y reducir la tasa de mortalidad infantil en dos terceras partes para 2015, respondiendo así a dos de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

¿Quién se beneficia del descontrol de las armas?

Entre 2000 y 2004, el valor aproximado de las exportaciones de armas a escala mundial se incrementó de 35.600 millones de dólares a 53.300 millones de dólares. Cinco Estados desarrollados acaparaban el 82% de las transferencias de armas en 2005. Se trataba de EE UU, Rusia, Reino Unido, Francia y Alemania. Sin embargo, países como Brasil, China, India, Israel, Pakistán, Singapur, Corea del Sur, Sudáfrica y Turquía están incrementando su importancia en este negocio.

Entre 2000 y 2004, las 100 empresas más importantes en el negocio de las armas aumentaron sus ventas nacionales e internacionales desde 157.000 a 268.000 millones de dólares, un incremento cercano al 60%. Excluyendo a China, de cuyas compañías no se tiene información suficiente, 85 de las 100 empresas más importantes del mundo en 2003 tenían sus centros de operaciones en el mundo desarrollado. Las compañías norteamericanas Boeing y Lockeed Martin encabezaban la lista de venta de armas con un monto de 27.500 y 26.400 millones de dólares respectivamente.

Aunque el problema no es sólo quién fabrica las armas sino dónde. Para burlar los escasos controles que actualmente existen, las empresas han diversificado su producción y ensamblaje. En muchos países, las compañías están fabricando armas con componentes que proceden de diversos lugares en el mundo. En Ucrania, Kharkiv Mozorov monta armas con componentes de Italia y EE UU. En Israel, Bul Transmark y la industria militar de este país fabrican pistolas con componentes de la compañía italiana Tanfoglio. Y la empresa de Singapur Technologies Kinettics, en un acuerdo con la compañía turca Otokar, construye vehículos armados que contienen motores y material de transmisión procedentes de EE UU.

Hay al menos 76 países que fabrican munición para armas pequeñas y el número crece año a año. En mayo de 2006, un estudio realizado en el mercado negro de Bagdad, reveló que había munición procedente de fábricas de siete países diferentes: Bulgaria, China, República Checa, Hungría, Rumanía, Rusia y Serbia.
Armas que avivan conflictos: el ejemplo de Israel y Palestina
Es obvio que en todos los conflictos hay muertes de civiles por culpa de ambos bandos. Y también, desgraciadamente, que países bajo embargo de armas, las reciben. Por ejemplo, helicópteros, aviones de combate, misiles tierra-aire suministrados a Israel sobre todo por EE UU, que incorporan componentes de otros países, se utilizan en los Territorios Ocupados causando cientos de muertes y miles de heridos, en lo que supone una violación del Derecho Internacional Humanitario.

Paralelamente, los grupos armados palestinos han utilizado cohetes, cinturones de explosivos y otras bombas para matar y herir a cientos de israelíes, y el grupo armado libanés Hezbollah ha lanzado cohetes en las áreas civiles del norte de Israel.

Israel ha utilizado las municiones suministradas por EE UU junto a otra artillería este verano, durante el conflicto en el Líbano. La artillería sin detonar sobre buena parte del sur de Líbano ha causado un número sin precedentes de civiles heridos y ha dificultado el retorno de cientos de miles de personas desplazadas.

Ottawa: una prueba a favor de los Tratados Internacionales

Hace 10 años, 26.000 personas por año morían o sufrían daños por culpa de las minas terrestres antipersona. Como resultado del Tratado de Ottawa de 1997 (que prohibió totalmente el desarrollo, la producción, el almacenamiento, la transferencia y el empleo de estas minas, además de exigirse su destrucción) en 2006 el número de muertes ha bajado y sigue haciéndolo, situándose en 15.000 personas al año.

Este ejemplo avala la importancia de los Tratados Internacionales y arroja una luz de esperanza para que ocurra algo parecido con el negocio de las armas pequeñas y ligeras.
Más de 50 gobiernos han dado ya su apoyo explícito al Tratado de Armas que impulsa la campaña Armas Bajo Control. Ahora es el momento de que todos los Gobiernos se unan y comiencen las negociaciones para hacer de este Tratado una realidad. Millones de personas en todo el mundo lo agradecerán.

La participación española
España se sitúa alrededor del décimo primer puesto en el ranking mundial de exportadores de armas. Sus exportaciones en 2005 alcanzaron los 419,5 millones de euros. Esta cifra supone un incremento del 3% respecto a 2004, y triplica la cifra alcanzada en el año 2000.

Nuestro país ofrece un bajo nivel de transparencia respecto a sus exportaciones, sin que sea posible distinguir el tipo de transferencia (donación, leasing, segunda mano) ni el destinatario final, y sin que haya información completa sobre las denegaciones de licencias de exportación.

Esta falta de transparencia no permite saber con exactitud en qué grado participa España en el mercado globalizado de armas. El registro de intermediarios que operan en nuestro país no es público y tampoco se puede conocer el detalle de los componentes fabricados en España que se exportan para su ensamblaje en otros países. El Gobierno tampoco ofrece información sobre la producción en otros países bajo licencia española.

Algunos de los destinos preocupantes de las exportaciones españolas de armas realizadas en 2005 son Colombia, Haití, EE UU, Indonesia e Israel, países inmersos en conflictos armados, en los que existe una seria preocupación respecto a los niveles de respeto a los derechos humanos, o en los que hay un gran riesgo de desvío de armas.