Ecologistas en Acción muestra su decepción por el nuevo flagrante retraso de reducciones drásticas de emisiones para frenar la crisis climática, manifestando que “Nuestro clima no está en venta”.

Ecologistas en Acción lamenta profundamente los resultados de la cumbre sobre cambio climático en Durban, que somete los principios de justicia y los derechos humanos a los intereses económicos y comerciales dominantes.

Las decisiones resultantes de la cumbre de Naciones Unidas sobre cambio climático (COP17) constituyen un crimen contra la humanidad porque permitirán que la temperatura media global supere los 4ºC, lo que es una sentencia de muerte para millones de personas en África, los pequeños Estados insulares, muchos países de Asia y Latinoamérica.

Según Ecologistas en Acción, “las negociaciones climáticas han creado un régimen de ‘apartheid climático» porque la mayoría de los gobiernos históricamente más responsables del calentamiento global, como EEUU, Canadá, Japón, Australia, Rusia o la Unión Europea, han decidido sacrificar los derechos humanos de millones de personas.

Según Ecologistas en Acción, “es contra toda ética que los contaminadores del mundo hayan bloqueado una vez más la puesta en marcha de acciones reales, ambiciosos y urgentes para frenar el calentamiento global así como prevenir sus graves consecuencias socio-ambientales, priorizando el rescate de los bancos y del sistema financiero con la ampliación de mercados de carbono”.

“La cumbre de Durban ha fracasado en determinar la reducción de -al menos- 40% de los gases de efecto invernadero para 2020 respecto a 1990, como exige la ciencia y la justicia”, exponen. “Los resultados funestos de la cumbre de Durban simbolizan también un fracaso y retroceso de 20 años de negociaciones multilaterales sobre medioambiente desde Río'92”, dice la organización ecologista.

Ecologistas en Acción aclara que en caso de que la Unión Europea diga que haya salvado la cumbre de Durban y el Protocolo de Kioto, “queremos señalar que no es correcto porque el segundo periodo de compromiso del Protocolo de Kioto adoptado en Durban queda vaciado de contenido”. La decisión no incluye una enmienda al Protocolo de Kioto con nuevas metas de mitigación de los gases de efecto invernadero para los países industrializados porque sólo se “toma nota” de las enmiendas que darían realmente vigor al segundo periodo. “Sin estas enmiendas es una promesa vacía”, recalcan, “sólo son intenciones, pero la verdadera decisión se ha aplazado hasta la próxima COP, sin compromisos vinculantes de reducción de emisiones de los países ricos.

«La falta de voluntad política y la degradación del nivel de ambición en Durban refleja también el fracaso del actual sistema económico y político para hacer frente a la crisis ambiental», dijo Tom Kucharz, de Ecologistas en Acción. «La Unión Europea ha decidido en su reciente cumbre seguir subsidiando a los bancos que causaron la crisis económica y financiaron una economía insostenible y basada en la quema de combustibles fósiles, gastando solo desde 2008 más de 4,3 billones de euros en los rescates financieros. En este contexto es deplorable la falta de urgencia y ambición de la UE en la transferencia de financiación para la adaptación, que es una cuestión de sobrevivencia para muchos países afectados por la crisis climática”.

“El texto sobre financiación a largo plazo es muy decepcionante. Es lamentable que se haya acordado la puesta en marcha del Fondo Verde para el Clima, sin promesas de ningún tipo de financiación pública para posterior a 2012”, revela Ecologistas en Acción. “Las propuestas sobre la innovación de las fuentes (tasas sobre el transporte marítimo y aéreo o tasa sobre transacciones financieras) se ha perdido”, agregan.

“Necesitamos un Fondo Verde para el Clima que proporcione financiación para los países más vulnerables y afectados por el cambio climático, totalmente independiente de instituciones anti-democráticas como el Banco Mundial, que tiene una larga trayectoria de la financiación de proyectos que han agravado el cambio climático, la corrupción y la pobreza», según Ecologistas en Acción.

Ecologistas en Acción valora los documentos finales de la COP17 como un fraude y una traición a la necesidad de cambiar el actual modelo de producción y consumo, ignorando el reclamo por la justicia climática de las organizaciones sociales. “Lamentamos también que a pesar del fuerte apoyo de muchos países de Asia, África y Latinoamérica fue eludida la defensa de India a favor de la equidad como principio central en los tratados sobre cambio climático.”

A pesar de hablar de una «hoja de ruta» ofrecida por la UE, los acuerdos de Durban son un camino plagado de injusticias. «Esperar hasta el 2020 para un siguiente instrumento legal es irresponsable por ser demasiado tarde», explica Kucharz. “El carácter vinculante de un futuro instrumento fue gravemente descafeinado”.

Por otra parte es “inaceptable que la UE culpe a los países en desarrollo por la falta de avances cuando una vez más se ha evidenciado que los países desarrollados no quieren asumir metas de mitigación ambiciosas mientras los países en desarrollo han realizado mucho más esfuerzos de mitigación que los países industrializados», expone Ecologistas en Acción.

De gran preocupación es también la aniquilación de la referencia a los principios de la Convención Marco de NNUU sobre Cambio Climático en los textos de Durban, como son las responsabilidades comunes, pero diferenciadas para mitigación, transferencia de dinero y tecnología. “No se puede igualar a los países responsables y los países víctimas de la crisis climática”, opina Ecologistas en Acción.

Durban: cortina de humo para salvar a los contaminadores y mercados
financieros

1. Observaciones generales

De la cumbre, en síntesis, no sale nada. Esto es un gran
desastre para la humanidad y el medioambiente, ya que supone otro año perdido sin que se pongan en marcha acciones urgentes que son imprescindibles. No se puede perder más tiempo. Sin un segundo periodo de compromiso ambicioso del
protocolo de Kioto (KP) la tierra pasará los 2ºC, sin un acuerdo más global también.

La UE sugiere que la responsabilidad es de la presidencia surafricana argumentando problemas procesales (por “haber hecho una mala
gestión de los tiempos” de acuerdo a varios ministros de la UE). Esto
es muy problemático porque se despolitiza la cumbre y en vez de
hablar de sus contenidos, se habla de los cambios de billetes de aviones
de las delegaciones.

Durban será conocido como la cumbre de los contaminadores. El único acuerdo es tener un acuerdo en el futuro que entre en vigor en 2020. Pero esto mismo es a lo que se habían comprometido en 2009 sin que en 2011 haya nada todavía.

Los compromisos voluntarios son insuficientes para salvar el clima (por supuesto superar los 1,5ºC está garantizado y los 2ºC también).

En resumeno, en la Cumbre se abre una especie de nueva política global tipo «apartheid del clima»: las elites del Norte (pero también de los emergentes) deciden sacrificar las vidas de la gente en el Sur global y seguir con su modo de
business as usual.

En este proceso, la UE no puede ser considerado el “ángel” de la cumbre porque la hoja de ruta propuesta por la UE nos llevaría a la autodestrucción: es insufiente en los plazos y en los requisitos de reducción. Recordemos que el IPCC planteaba una reducción del 40% de las emisiones de los países centrales para 2020 para estar dentro de un margen de seguridad alto.

EE UU sigue bloqueando en los temas centrales. Deber ser aislado y
condenado por el resto de los países por su comportamiento criminal. La
falta de propuestas y la actitud defensiva de EEUU señala al mismo tiempo
la pérdida de su hegemonía política mundial y el traslado hacía Asia.

El fracaso de la cumbre de Durban debe ser analizado también en el
contexto global de la crisis política y del sistema neoliberal porque
EEUU, UE y otros poderes buscan nuevos mercados (en este caso mercados
ambientales), resolver la crisis energética (sustituyendo el petróleo por
el uso de biomasa, véase la nueva economía de biomasa, que vendría
fundamentalmente del Sur al Norte, y por ello se vincula bosques y
agricultura a mecanismos de compensación de emisiones).

Por otra parte la era de la ayuda oficial al desarrollo (AOD) se está acabando, y se convierte en fondos relacionados con el clima, el G20 propone la
financiaciónclimática con recursos innovadores, como mercados financieros,
allí entran nuevos instrumentos financieros (como derivados). Estamos en
una nueva fase de la economía mundial en la que prevalece el
turbocapitalismo: eso supone una nueva profundización de la
financiarización de la economía, en este caso la financiarización de la
naturaleza, con los mercados de carbono y REDD+ como ejemplos. En este sentido es sintomático que la captura y el almacenamiento de carbono (CAC) se hayan convertido en un nuevo mecanismo de desarrollo limpio (MDL) con el que jugar en los mercados de derechos de emisión.

2. Sobre el Protocolo de Kioto

De Durban no saldrá un verdadero segundo periodo de compromisos del
Protocolo de Kioto.

El art.1 del Protocolo de Kioto recoge el segundo periodo de compromiso del KP, pero queda anulado o vaciado de contenido por el art. 3 donde sólo de “toma nota” sobre la enmienda que daría realmente vigor al segundo periodo, sin esta enmienda es una promesa vacía (es como decir “nos vamos a casar pero sin firmar el libro de familia), sin compromiso legalmente vinculante sobre cifras de corte de emisiones. Es tan débil que sin enmiendas sólo tiene el nombre de Kioto pero nada más.

3. Cooperación a largo plazo (LCA)

El texto de financiación a largo plazo es muy decepcionante. No hay
promesas de ningún tipo de financiación pública para posterior a 2012, no
se comprometen a un futuro acuerdo y todo el texto sobre la innovación de
las fuentes (tasas sobre el transporte marítimo y aéreo o tasa sobre
transacciones financieras) se ha perdido. Solo se proponen más talleres
para redactar un informe que sea considerado en la COP18, o sea perder más
tiempo.

El texto LCA sugiere que el grupo de trabajo LCA prolongue su trabajo
hasta la COP18 (2012). Esto supone que no se termine de implementar el Plan de Acción de Bali (2007), lo que genera dudas y posibles problemas de legitimidad y credibilidad en muchos países periféricos.

Se establece que un nuevo proceso de negociación comienza justo después
de la COP17 para tener un nuevo protocolo o acuerdo legal que entraría en funcionamiento en 2020. En este nuevo acuerdo se trataría a todas las partes por
igual, diluyéndose la referencia de la responsabilidad común, y las
capacidades diferenciadas para mitigación, transferencia de dinero y
tecnología. No se puede igualar a los países responsables y los países víctimas de la crisis climática. Es como si en un juicio quien marcase las reglas fuese el responsable del crimen en lugar de las víctimas.

Al crear un proceso nuevo de negociación (parallelo al track de LCA) con
los mismos contenidos y tareas (financiación, tecnología, creación de
capacidades), el proceso actual de LCA (mitigación, adaptación,
financiación, transferencia de tecnología) puede quedar devaluado e
irrelevante. Es probable que el nuevo grupo de trabajo absorba el trabajo del antiguo.

Este nuevo mandato tiene el riesgo de crear un sistema más débil que el
actual, que no reconoce la responsabilidad histórica de los países ricos
mientras traslada a los países empobrecidos nuevas obligaciones y
invierte la carga.

Desde Copenhague observamos que los países periféricos se han comprometido
a realizar mucho más acciones contra la crisis climática que los países
centrales.

Durban abren el camino a “nuevos mecanismos de mercado”: El nuevo texto de LAC (http://unfccc.int/resource/docs/2011/awglca14/eng/l04.pdf), define “nuevo
mecanismo de mercado”, aunque no lo establezca. En otras palabras intentan
meter los nuevos mercados a través de la puerta trasera. Además está lo aprobado sobre el CAC señalado anteriormente.

La UE quiere nuevos mecanismos de mercados para ampliar los mercados de
carbono. Incluir este tema en los textos de la convención permite seguir
la vida de estos mercados aun sin Protocolo de Kioto.

Durban ha sido principalmente sobre cómo salvar los mercados de
carbono, pero no sobre lo más importante: los compromisos vinculantes y
ambiciosos de recortes de emisiones.

Otro tema que aflora de esta reunión es que los países Anexo I y el G77 están internamente divididos sobre si se debería seguir adelante con las negociaciones sobre los mercados sin llegar a un acuerdo en el resto de los textos.

Desde un punto de vista más optimista podríamos decir que se ha retrasado
un punto para el que la UE ha venido a Durban: el de nuevos mecanismos de mercado de emisiones. Pero mientras tanto continúan creciendo los mercados de carbono en el mundo.

Japón, Nueva Zelandia y EEUU presionan para que sus propios mecanismos
de mercado pueda contar como parte de sus esfuerzos en mitigación. No hay
mucho avance en el asunto, pero sigue el peligro de que distintos países crearan sus propios mercados con sus propias reglas de funcionamiento y luego lo
contabilicen como mitigación.

Un ejemplo: Japón ha invertido dinero público en un crédito para promover la exportación de tecnología japonesa (incluyendo nuclear), y contaría la tecnología exportada como parte de sus compromisos de mitigación.

Por el momento la agricultura está fuera de ser incluido en programas de mitigación, pero sigue existiendo el peligro que en la próxima COP18 se establece un «work programme» en SBSTA que abriría el camino hacía mecanismos de compensación de emisiones a través de suelos agrícolas (como lo había propuesto y presionando el Banco Mundial). Lo bueno es que hemos conseguido que no entre por el momento.