Ecologistas en Acción comparte con el CSIC exigencias sobre la reapertura de la mina de Aznalcóllar, pero sigue considerándola inviable.

Ecologistas en Acción se felicita por las declaraciones del Delegado del CSIC sobre la reapertura de Aznalcóllar aunque considera que con las condiciones que el organismo propone la mina no será rentable.

Lo declarado por el Delegado en Andalucía del CSIC, Miguel Ferrer, es que en la mina de Aznalcóllar se ha de exigir la implantación de tecnologías más modernas y limpias que la decantación o flotación, exigencia que siempre ha requerido Ecologistas en Acción. El Sr. Ferrer propone el método de la electrodeposición.

El problema es que es conocido que la composición mineralógica del yacimiento de Aznalcollar hace inviable este tratamiento por tratarse de sulfuros complejos, donde ningún mineral de interés económico alcanza ley suficiente para poder extraerse de forma rentable. Sólo técnicas como la flotación podrían aplicarse. Pero ya sabemos que esta técnica es totalmente inapropiada por genera lodos muy fluidos, como los que provocaron el vertido en 1998. Sorprende la apuesta ciega del Sr. Ferrer por la electrodeposición, ya que esta técnica también genera lodos, como se puede comprobar en la vecina Cobre Las Cruces, donde no solo no han sido capaces de producir el residuo seco que prometieron, sino que generan un residuo aún más peligroso que el procedente de una flotación, por lo que se siguen precisando balsas de lodos. Por tanto ante estas disyuntivas se puede concluir que en la mina no es posible una explotación “limpia”, y que, se use lo que se use, no se puede llevar a cabo la reapertura.

En esas mismas declaraciones del Delegado del CSIC se afirma: “Además, la reapertura de la mina de Aznalcóllar tendría otra ventaja: conseguir nuevos fondos para pagar la limpieza de los restos de la mayor riada tóxica que todavía hoy no se han eliminado.” Ecologistas en Acción no cree en esta posibilidad; la experiencia reciente de la minería andaluza muestra que ha supuesto un pozo sin fondo de dinero público que se ha perdido tanto directamente, en forma de incentivos y subvenciones, como indirectamente, en gastos de mantenimiento de los mínimos de calidad ambiental exigibles en los entornos mineros abandonados por las empresas.

Por otra parte, no creemos que la empresa explotadora deje los escasos ingresos que le va a proporcionar la actividad para, en lugar de lucrarse, dedicarlos a la restauración que queda por realizar en el entorno minero de Aznalcóllar y en el resto de la cuenca del Guadiamar.

Por tanto, no levantemos falsas esperanzas, Aznalcóllar no puede abrirse con un mínimo de garantías; si se abre será sabiendo que un nuevo desastre estará a la vuelta de la esquina y que todas estas declaraciones serían simplemente el preámbulo de una catástrofe anunciada.