Han vuelto a rociar de herbicidas el barrio de Rochelambert cuando se había comunicado a vecinos que la del año pasado ya iba a ser la última. Durante la pasada semana vecin@s de Rochalambert de las calles Juan

Carballo y Puerto del Escudo han sufrido un nuevo episodio de fumigación

con herbicidas tóxicos.

Hay indignación en el vecindario porque tras la fumigación del año pasado
el Servicio de Parques y Jardines del Ayuntamiento se comprometía a
mantener los parterres del arbolado exclusivamente con medios mecánicos.
Este año y, tras el desbroce mecánico, se ha fumigado de nuevo con el
consiguiente riesgo de toxicidad. Estas fumigaciones son especialmente
graves por tratarse de zonas frecuentadas por niñ@s que son especialmente
sensibles a estos productos venenosos.

Los herbicidas son tóxicos para las personas y el medio ambiente. El
herbicida más utilizado es el glisofato, más conocido como RoundUp,
comercializado por Monsanto. Estudios de la Universidad de Caen en Francia
han demostrado que el glifosato estimula la muerte de las células de
embriones humanos. También descubrieron que algunas células de la placenta
humana son muy sensibles al glifosato, incluso en dosis muy inferiores a
las utilizadas en agricultura. Se ha llegado a determinar que una
exposición 500 veces menor a la que tiene lugar en los campos tratados con
este herbicida induce a la muerte celular. Además, cada preparado de
herbicida que contiene glifosato viene acompañado de otras sustancias que
facilitan su absorción y que multiplican su toxicidad.

Estos efectos han llevado a la Unión Europea a legislar para limitar el
uso de los plaguicidas (Directiva 2009/128/CE) “Los Estados miembros […]
velarán porque se minimice o prohíba el uso de plaguicidas en las
siguientes zonas específicas: a lo largo de las carreteras […], en los
espacios utilizados por el público en general, o por grupos vulnerables,
como los parques, jardines públicos, campos de deportes y áreas de recreo,
recintos escolares y campos de juego y los espacios cercanos a los centros
de asistencia sanitaria”.

Sofía Gatica, premio Goldman 2012, el equivalente al Nobel de Medio
Ambiente, y las Madres de Ituzaingó han logrado demostrar la relación
directa de las fumigaciones de glifosato a los campos de soja junto a las
casas de su barrio en Córdoba (Argentina) con las decenas de casos de
bebés con malformaciones, muertes por cáncer, leucemias, enfermedades
respiratorias y dermatológicas, etc.

La prohibición del uso de herbicidas en la ciudad de Sevilla debe ser una
exigencia ciudadana de responsabilidad de los representantes públicos para
con sus ciudadanos y el entorno.

Los tratamientos con glifosato se deben sustituir definitivamente por
métodos no contaminantes, que no dañan la salud ni el medio ambiente,
escardas manuales o mecánicas mediante desbrozadoras, utilizadas por
operarios de Parques y Jardines hasta hace poco en estos mismos lugares, o
térmicos con quemadores con infrarrojos, que son comunes en los países de
la Unión Europea.

Es importante cambiar el concepto de “mala hierba”. Ninguna planta es
mala, ya que fijan carbono y nitrógeno del aire y lo convierten en
alimento para los animales, siendo la base del ecosistema; bombean con sus
raíces nutrientes del suelo hacia la superficie, para ponerlos a
disposición de otras plantas, animales y microorganismos; y protegen los
suelos y la vida que hay en ellos del sol directo y la lluvia, frenando la
erosión.

Las próximas elecciones municipales pueden ser la oportunidad para exigir
a l@s candidat@s un compromiso por la erradicación del uso de herbicidas y
otros agrotóxicos en el tratamiento de las zonas verdes y el compromiso
por una jardinería ecológica que provea beneficios sociales y ambientales
y no sea una fuente más de toxicidad para la ciudadanía.

Nos preguntamos qué intereses habrá en la compra de estos tóxicos por el
Servicio de Parques y Jardines y sus contratas para insistir en su uso,
llegando a mentir a la población.