A día de hoy, de acuerdo con estudios científicos de relevancia internacional, no sólo persiste el vertido continuo de radiactividad al Océano Pacífico, sino que ya es un hecho constatado que dicha radiactividad está presente en las costas, entre otras, de Estados Unidos.

El 11 de marzo se cumplen seis años del accidente de la central de Fukushima-Daiichi, el mayor evento de contaminación por radiactividad en el medio marino de la historia de la humanidad.

A pesar del tiempo transcurrido, la situación en la central sigue sin estar controlada y aún no se puede entrar en los reactores, que están fundidos total o parcialmente, por el alto nivel de radiactividad. A esto hay que sumar el continuo vertido de aguas con alta radiactividad directamente al mar, que han detectado varios estudios científicos internacionales. De hecho, la situación podría ser incluso peor de lo previsto (ya de por sí catastrófica), ya que hace pocos días se conocía la noticia de que ha sido necesario retirar uno de los robots con cámara que se había enviado a realizar el seguimiento del reactor 2, debido a que las elevadísimas dosis de radiación, más altas de las previstas, lo estaban dañando.

Si el año pasado ya advertíamos de que la contaminación radiactiva se había extendido por el efecto de las corrientes marinas y de las especies de peces migratorias, y de que los efectos podían ser catastróficos para Japón, un país donde se consumen enormes cantidades de pescado y algas, pero también para el resto del mundo, a día de hoy ya es un hecho constatado que esta radiación se ha extendido por todo el Pacífico afectando gravemente enormes extensiones marinas. De hecho, un estudio reciente desarrollado por Woods Hole Oceanographic Institution (WHOI), señala que se ha detectado por primera vez en los Estados Unidos el cesio 134, la llamada «huella dactilar de Fukushima».

Todo esto nos muestra un paisaje futuro desolador sobre las consecuencias de este accidente. Y lo más desalentador de todo es que parece que un accidente de este calibre ni siquiera ha servido para concienciar a nuestros políticos sobre el peligro de la energía nuclear. Para Ecologistas en Acción: “En España no hemos aprendido las lecciones de Fukushima. El CSN ha emitido un informe favorable a la reapertura de la central nuclear de Garoña (idéntica al reactor número 1 de Fukushima y que empezó a funcionar en el mismo año, 1971), a pesar de que no cumple con parte de los requisitos necesarios para que vuelva a funcionar». Fukushima debe ser el ejemplo de que no debemos seguir con la actual política energética, siendo las energías renovables la única posibilidad en un futuro cercano para el desarrollo sostenible de nuestra sociedad, sin enormes costes ambientales como supone la energía nuclear, ni riesgos gravísimos para nuestra propia seguridad.

Os animamos a participar en cualquiera de los actos que se han organizado en recuerdo de esta tragedia así como en las movilizaciones que se convocan para exigir un cambio de rumbo en la política energética. Además, recordad que podemos desenchufarnos de la energía nuclear.