Hay que dejar en el subsuelo 2/3 de las reservas de combustibles fósiles.

Rodrigo Irurzun, coordinador del Área de Energía de Ecologistas en Acción. Revista El Ecologista nº 79.

En de septiembre de 2013 se publicó el resumen de un nuevo informe del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático de Naciones Unidas. Este informe recopila las bases científicas hasta la fecha sobre cambio climático, y aporta más certeza que antes sobre las evidencias de que el cambio climático es un fenómeno que ya está en marcha y sobre la responsabilidad del ser humano como causante del calentamiento global. En un momento de crisis global y después de varios años de inacción por parte de los Gobiernos a nivel mundial, es un nuevo recordatorio de que el cambio de modelo productivo hacia una sociedad de bajas emisiones es más necesario y urgente que nunca.

Los primeros estudios científicos sobre el cambio climático datan de finales del siglo XIX, cuando Arrenhius establece la relación entre la concentración de CO2 en la atmósfera y la temperatura media de la Tierra. Desde décadas antes se había estado discutiendo sobre la variación en el clima a lo largo de la historia de la Tierra, hasta que finalmente en 1870 se aceptó la teoría de las glaciaciones. Diversos científicos como Joseph Fourier o John Tindall estudiaron el efecto de los gases que componen la atmósfera y de otros fenómenos sobre el clima planetario. Estos efectos incluían las erupciones volcánicas, las variaciones en la radiación solar, o las variaciones en la inclinación terrestre debido a los efectos del Sol y la Luna.

Desde mediados del siglo XX las investigaciones científicas siguieron su curso, evidenciando que las emisiones de CO2 asociadas a la actividad industrial humana podían tener un efecto relevante sobre el clima mundial, y aunque había algunos informes relativos a un posible enfriamiento, poco a poco fue haciéndose más evidente que la temperatura global estaba incrementándose. Aparecieron los primeros modelos computacionales, y se consideró que pequeños cambios en las condiciones del entorno podían producir cambios considerables en el clima.

Durante las décadas de los 70-80, se llegó a un consenso científico en cuanto a las causas del calentamiento de la atmósfera, y se estudió el efecto de los CloroFluoCarbonos (CFC), moléculas con un efecto de calentamiento hasta 10.000 veces superior al del CO2. En 1988 se constituyó el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), con ayuda del PNUMA, la agencia de Naciones Unidas para el Medio Ambiente. El IPCC está compuesto por miles de científicos a nivel mundial que realizan informes sobre la base de la recopilación de estudios, por lo que viene a recoger el consenso científico a nivel mundial sobre las causas y consecuencias del cambio climático.

Debido a las numerosas evidencias científicas sobre el gran problema que suponía el hecho de que el ser humano estuviera calentando el clima del planeta, en 1994 se creó la Convención Marco sobre Cambio Climático, y en 1997 se redactó el protocolo de Kioto, que pretendía establecer un acuerdo mundial para controlar las emisiones de CO2. El protocolo entró en vigor en 2004 y consistía en el compromiso de reducir las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI), en al menos un 5% de media entre 2008 y 2012 respecto a 1990, año que se tomó como referencia.

2013-2014. El 5º informe de evaluación saliendo del horno

El quinto informe de evaluación del IPCC ha arrancado con la publicación en septiembre de 2013 del informe del primer grupo de trabajo, sobre aspectos científicos, evidencias y consecuencias del cambio climático. A lo largo de 2014 (entre marzo y octubre) se publicarán los informes de los grupos de trabajo II y III así como el informe de síntesis.

Entre las principales conclusiones del informe destaca una mayor evidencia del cambio climático en marcha y de la responsabilidad del ser humano como causante del mismo, principalmente debido a las emisiones de CO2 a la atmósfera y a los cambios de uso del suelo. El informe dictamina que el calentamiento del sistema climático es indudable, y que muchos de los cambios observados desde 1950 no han tenido precedentes en décadas o milenios:

  • La temperatura media de las superficies de la tierra y los océanos se han incrementado en 0,85 ºC en el periodo 1880-2012, y los océanos han absorbido la mayor parte de la energía térmica (90%) que el sistema ha acumulado en los últimos 40 años.
  • La extensión y espesor de glaciares de todo el mundo, Groenlandia, Ártico y Antártico siguen disminuyendo, y el nivel medio del mar aumentó 19 cm en el último siglo.
  • Las concentraciones de CO2 han aumentado un 40% desde los niveles preindustriales, y el 30% ha sido absorbido por los océanos, causando su acidificación.

De los datos se desprende que la influencia del ser humano en el calentamiento global es clara.

La temperatura global se incrementará por encima de 1,5 ºC en el siglo XXI en todos los escenarios considerados, y muy probablemente por encima de los 2 ºC en dos de ellos (los dos escenarios de mayores emisiones), y continuará incrementándose en el siglo siguiente (figura 1). Recordemos que esos límites eran los considerados seguros, según diferentes estudios, para no provocar efectos de retroalimentación que causarían daños importantes o irreparables. El aumento de las temperaturas incrementará los fenómenos climáticos extremos (lluvias torrenciales, sequías, tifones…) y el incremento de la temperatura del agua afectará a las corrientes oceánicas. Además, el nivel del mar se incrementará entre 26 cm en la opción más optimista y casi 1 m en el escenario de mayores emisiones. Incluso si las emisiones de CO2 se detuvieran, muchos de los cambios persistirán durante siglos.

Figura 1. Cambio histórico y previsto de la temperatura global (según las emisiones de CO2)

Un cambio más necesario y urgente que nunca

Este nuevo informe del IPCC reclama a nivel global un impulso serio para frenar el cambio climático. Ya en su informe de 2012 la Agencia Internacional de la Energía advertía de que la humanidad debe dejar en el subsuelo dos tercios de las reservas probadas de combustibles fósiles si se quiere limitar a 2 ºC el incremento de temperatura, pero que sin embargo “el mundo está fracasando en conducir el sistema energético mundial por una senda más sostenible” [1].

Frente a una sociedad y a un estamento político insensible y anestesiado contra las evidencias y efectos del cambio climático, la sociedad debe avanzar, y rápido, hacia un modelo de bajas emisiones, donde a partir del año 2015 comiencen descender. Es necesario actuar en todos los campos: agricultura, consumo de energía, transporte, edificación, industria… pero lo más importante que debe cambiar, sin duda, es la conciencia social sobre los límites de los ecosistemas.

Al mismo tiempo se debe poner coto a las corporaciones que monopolizan el negocio de la energía, la minería o el comercio de productos derivados y cuyo único interés es seguir expandiendo el consumo desaforado de recursos con el ánimo de obtener ingentes beneficios económicos. Cada vez son más las personas con conciencia de la necesidad de avanzar hacia un modelo social y económico respetuoso con el medio ambiente y los derechos sociales, pero que se encuentran con grandes dificultades puesto que la legislación, el consumo o la ordenación del territorio se efectúan de acuerdo a los intereses de una oligarquía dominante que para nada persigue el bien común.

En contraste, un modelo respetuoso con la naturaleza y las personas debería basarse en la satisfacción de las necesidades humanas con el menor impacto sobre el medio, basado en el ahorro energético, los circuitos cortos de comercialización, la reducción de las necesidades de movilidad, la potenciación del empleo local y del consumo responsable, la agricultura ecológica, y el cierre de los ciclos naturales.

Son numerosos los informes que establecen la posibilidad, necesidad y beneficios de avanzar hacia ese nuevo paradigma, incluidas las numerosas publicaciones en cuestiones de energía, consumo o transporte, por citar algunos ejemplos. Es hora de que la sociedad civil haga suyos estos principios y reclamen a las autoridades mayor transparencia y que legislen y actúen en función del interés general.

Los informes del IPCC [2]
El IPCC ha elaborado hasta el momento 4 informes de evaluación. El primero, publicado en 1990, sirvió de base para la constitución de la Convención Marco sobre Cambio Climático, mientras que el segundo (1995) fue la base para redactar el protocolo de Kioto. El tercer y cuarto informes (2001 y 2007) agudizaron las evidencias científicas sobre el problema y constataron la necesidad de avanzar en acuerdos más exigentes que el protocolo de Kioto, sobre todo en la necesidad de compromiso por parte de los países que no estaban incluidos en el Anexo I del Protocolo [3].

Desde el tercer informe, los estudios se dividen en 4 grupos de trabajo, coordinados por un grupo de soporte técnico.

  • WG I. Es el primer grupo de trabajo, sobre aspectos científicos físicos que afectan al sistema climático, incluyendo evidencias físicas y previsiones futuras.
  • WG II. El segundo grupo aborda los aspectos relativos a la vulnerabilidad de los sistemas sociales, económicos y naturales, al cambio del clima, y las posibles estrategias de adaptación a sus consecuencias.
  • WG III. El tercer grupo elabora estrategias de mitigación del cambio climático, es decir, herramientas para limitar el cambio climático, en sectores como la energía, el transporte, agricultura o industria.
  • TFI. El último grupo de trabajo (Task Force on National Greenhouse Gas Inventories) es el encargado de desarrollar una metodología de cómputo de las emisiones de GEI de cada país, y de mantener una base de datos de emisiones.

    Con las conclusiones de los distintos grupos de trabajo se elabora un informe de síntesis, destinado a quienes tienen que tomar decisiones sobre el impacto del ser humano en el clima y las medidas de mitigación y adaptación.

[1] IEA (2012). World Energy Outlook 2012.

[2] Todos los informes del IPCC se pueden consultar en http://www.ipcc.ch/

[3] Los países con compromisos de reducción o control de las emisiones de GEI, la mayoría de los países industrializados, se enumeran en el Anexo I del protocolo de Kioto.