La central nuclear de Ascó I se ha visto obligada a bajar su potencia por una invasión de algas en el canal de refrigeración. Para Ecologistas en Acción este tipo de episodios no son nuevos, puesto que lo mismo ocurrió con el mejillón cebra en 2004, y serán cada vez más frecuente por el aumento de la temperatura del agua.

El 20 de junio, los operadores de la central nuclear de Ascó I (Tarragona) se vieron obligados a reducir su potencia en un 20 % para garantizar la refrigeración del vapor que mueve su turbina. Se encontraron con el canal de recogida de agua del río sufría una invasión de algas, lo que reducía su capacidad de refrigeración. Los operadores se vieron obligados por ello a reducir la potencia para evitar transitorios en el funcionamiento del reactor que habrían podido producirse si el caudal de agua hubiera caído más. Estos transitorios son peligrosos puesto que llevan al reactor a funcionar fuera de los parámetros para los que está diseñado y es difícil prever lo que hubiera ocurrido.

Según Ecologistas en Acción, las centrales nucleares emiten al medio ambiente en forma de calor el doble de la energía que producen en forma de electricidad, por lo que los episodios de calentamiento de las aguas son muy frecuentes, especialmente en verano cuando las temperaturas ya son altas de por sí y, además, los ríos presentan caudales muy bajos. No solo eso sino que, en la medida en que avance el cambio climático, las temperaturas serán más y más altas. En estas condiciones, es normal que se produzca un crecimiento anormal de las algas en el río y que limiten la capacidad de refrigeración de la central.

De hecho, no es la primera vez que la central ve peligrar su capacidad de refrigeración. En 2004 sufrió la invasión de mejillón cebra que llegó a canalizar los captadores del agua del río y los desagües, amenazando la refrigeración. La alta temperatura del agua favoreció el crecimiento del mejillón y la invasión de las instalaciones de la central. En aquella ocasión, la plaga se eliminó vertiendo al río agua muy caliente (con temperaturas superiores a los 36ºC), lo que tuvo efectos muy negativos sobre la flora y fauna del río.

Para Ecologistas en Acción este tipo de sucesos muestra las limitaciones que tienen las instalaciones nucleares. A menudo presentan problemas de refrigeración aún, como en el caso de Ascó, dispongan de torres de enfriamiento.