Debido a la enorme calidad del cielo de las islas Canarias, el archipiélago cuenta con un gran referente a nivel internacional en relación a la observación del universo: el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC). Este modélico centro de investigación ha crecido sin duda de la mano de los observatorios del Roque de los Muchachos en La Palma y del Teide en Tenerife, que desarrollan una actividad científica esencial para tener acceso a un mejor conocimiento del Universo. Son además dos de los más importantes del Hemisferio Norte, dado que se ubican en un entorno que cuenta con uno de los cielos más limpios y transparentes del mundo. La situación geográfica de Canarias, nuestro clima y la orografía de las islas nos convierten en enclaves privilegiados para el disfrute de la observación nocturna, tanto para profesionales investigadores como para astrónomos aficionados y para la población en general.

Sin embargo, aunque la calidad de los cielos de Canarias sí se ha sabido apreciar en el ámbito científico, desde Ecologistas en Acción de Tenerife consideramos que es posible utilizar nuestro cielo como un inmejorable recurso didáctico para transmitir a la sociedad canaria todo un conjunto de conocimientos y valores relacionados con nuestra biodiversidad, nuestro paisaje, y sobre la necesidad inaplazable de asumir la importancia del ahorro energético. A través del conocimiento de las bondades de los cielos de las islas deberíamos concienciar sobre las causas y consecuencias de la llamada «contaminación lumínica» en los países occidentales desarrollados.

Además de la contaminación del aire y de los océanos, de la ocupación del territorio, de la pérdida de biodiversidad o de la destrucción del paisaje, la contaminación lumínica podría ser sin duda un parámetro con el que medir, y posteriormente dar a conocer, los impactos que la actividad humana genera sobre la naturaleza.

Cada vez se demuestra más que iluminar más no significa iluminar mejor. Buena parte de la contaminación lumínica corresponde a luz no aprovechada y esto supone un exceso de consumo que deben suministrar las centrales eléctricas, además de un despilfarro económico, un mayor gasto de combustible y, en consecuencia, una mayor emisión de gases contaminantes a la atmósfera, responsables entre otras cosas del efecto invernadero.

Por otra parte, el efecto de la luz artificial no es en sí mismo inocuo. Muchas especies animales ven afectado su ciclo biológico ante la presencia incesante de luz nocturna. Otras, como las pardelas y los petreles, sufren graves accidentes en sus primeros vuelos ante el exceso de luces en las zonas costeras, y cada año se organizan campañas para rescatar cientos de ejemplares heridos.

Parece lógico entonces aprovechar la importancia que para Canarias tiene la protección del cielo, para sensibilizar desde nuevos puntos de vista sobre la urgente necesidad de fomentar el ahorro energético, o de implementar medidas de eficiencia con la finalidad de reducir los problemas que están afectando seriamente a la salud de nuestro planeta, como es el cambio climático.

Si cada vez tenemos más parámetros para evaluar cómo afecta la luz a nuestra salud, cómo perturba a los ritmos biológicos de animales nocturnos y la avifauna, cómo contribuye al calentamiento global del planeta, etc., el hecho de sentar en una misma mesa a cuantas personas tengan algo que decir sobre la contaminación lumínica solo puede generar beneficios y mejorar nuestras noches, para disfrutar de sus estrellas, de su oscuridad natural y de su condición de bien público.

Arminda Suárez (pedagoga) y Francisco Castro (astrofísico).
Ecologistas en Acción de Tenerife