• Con motivo de la celebración del Día de la Tierra el 22 de abril, Ecologistas en Acción se ha sumado a una llamada internacional con el objetivo de recoger firmas para la Iniciativa Ciudadana Europea #People4Soil (Salva el suelo).
  • Numerosas localidades de toda Europa realizarán actos para sensibilizar a la población sobre la importancia de tener unos suelos sanos y vivos.
  • En el Estado español, municipios como Barcelona, Huesca, Logroño, Madrid, Santa Cruz de La Palma, Torredembarra (Tarragona) o La Vall de d’Uixó (Castellón), entre otros, se sumarán a la iniciativa.

El 22 de abril de 1970 más de 20 millones de estadounidenses se movilizaron para aumentar la escasa conciencia sobre la fragilidad del planeta. El evento, promovido por las organizaciones sociales, fue bautizado con el nombre de Día de la Tierra (Earth Day), y puede considerarse como el nacimiento del moderno movimiento ecologista. Desde 1990, cada 22 de abril se celebra en todo el planeta el Día de la Tierra, donde miles de organizaciones y millones de personas se movilizan por el medio ambiente.

En el Día de la Tierra de este año, Ecologistas en Acción ha lanzado un llamamiento promoviendo la recogida de firmas para la ICE en Europa #People4Soil (‘Salva el suelo’). Esta acción se desarrolla en diferentes provincias donde habrá mesas de recogida de firmas, actividades, debates, actos informativos y de denuncia, charlas y proyecciones de documentales sobre la importancia de tener unos suelos sanos.

Asimismo, Ecologistas en Acción, junto con 500 organizaciones europeas, enviarán una carta abierta al presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker. El texto, que se presentará el mismo 22 de abril, alude al objetivo de la ONU de «detener globalmente la degradación de las tierras en 2030” y se dirige a la Comisión Europea para que se detenga la degradación de suelo a mediante la elaboración de un marco jurídicamente vinculante que cubra las principales amenazas del suelo.

Peligros, amenazas y oportunidades del suelo

Uno de los usos más importantes a los que se destina el suelo es la producción de alimentos. Esto significa que, siguiendo los objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas en relación a la seguridad alimentaria, necesitamos unos suelos sanos, que garanticen el futuro y eviten los venenos en nuestras comidas. En Europa hay 170 millones de hectáreas de suelos agrícolas, lo que equivale aproximadamente al 39 % del territorio de la Unión Europea.

Cada día se sellan o degradan 500 hectáreas de suelo. En muchos casos, la degradación corresponde a una pérdida definitiva de este imprescindible recurso. Otras amenazas a las que se somete el suelo son la contaminación irreversible, el riesgo de desertificación o la ocupación para la extracción de recursos mineros.

Una política activa de protección del suelo es también una política de seguridad y desarrollo sostenible. Los suelos saludables, ricos en materia orgánica, permiten mejorar la producción agrícola y aumentar su resiliencia frente al cambio climático como sumidero de carbono. Al mismo tiempo, detener la ocupación de suelos rústicos es la única manera de frenar la especulación y la expansión descontrolada del urbanismo sin límites.

Carta abierta

Solicitud para desarrollar un marco jurídico vinculante para la protección del suelo [1]

Sr. Jean-Claude Juncker, Presidente de la Comisión Europea
Cc: Sr. Phil Hogan, Comisario de agricultura y Desarrollo Rural
Sr. Karmenu Vella, Comisario de Medio Ambiente y Asuntos Marítimos y Pesca
Sr. Miguel Arias Cañete, Comisario de Acción Climática y Energía

Estimado presidente Juncker, estimados comisarios:

Nos dirigimos a ustedes en nombre de más de 500 ONG europeas, institutos de investigación, asociaciones de agricultores y grupos ambientales, socios de la red de «People4soil» (lista completa: www.people4soil.eu/partners). Todas estas organizaciones están comprometidas con la Iniciativa Ciudadana Europea de introducir una normativa europea específica para la conservación del suelo.

Durante los últimos años, han surgido muchas evidencias a favor de una revisión de esta decisión. El año 2015, año internacional de la declaración de suelos por la Asamblea General de la ONU, generó una cantidad considerable de comunicados, así como un gran impulso de la investigación científica. Esto refleja una mayor conciencia y preocupación a nivel mundial en relación con la degradación de los suelos, y el impacto que esta tiene en nuestra vida, en nuestro bienestar y en el cambio climático.

El informe de la ONU del 2015, «el estado de los recursos de suelos del mundo (SWSR, por sus siglas en inglés)» manifiesta cómo las principales amenazas al suelo en Europa son aquellas relacionadas con la contaminación, la disminución de la materia orgánica, el sellado y la ocupación debido a los procesos de urbanización. Los datos registrados son impactantes:

  • Hay cerca de 3 millones de sitios registrados como contaminados, de los cuales solo se han tratado 17.000.
  • Un informe técnico, publicado en noviembre de 2015 por el Joint Research Center de la Comunidad Europea y el Norwegian Institute of Bioeconomy Research, señaló que el CO2 emitido por los suelos orgánicos de la UE asciende a 173 millones de toneladas de CO2 al año. Esto significa que la UE es el segundo mayor emisor de CO2 después de Indonesia y antes de la Federación de Rusia. El motivo de este alto nivel de emisión es la degradación de los suelos orgánicos, provocado en su mayor parte por la actividad humana.
    * Los datos del uso del suelo a nivel europeo arrojan unas pérdidas anuales mínimas de unas 100 000 hectáreas de terreno debido a una mayor dispersión de la población y a un incremento de las infraestructuras en los terrenos no urbanizados.

El 25 de septiembre de 2015, los 193 Estados miembros de las Naciones Unidas adoptaron el programa 2030 para el desarrollo sostenible y apoyaron los Objetivos para un Desarrollo Sostenible (ODS) que guiarán las acciones de la comunidad internacional durante los próximos 15 años ( 2016-2030). Entre los 17 ODS recogidos en el programa, se da una gran importancia al ODS 15 que tiene como objetivo detener y revertir la degradación de los suelos en 2030 y conseguir, como consecuencia, «una neutralidad mundial en cuanto a degradación de la tierra».

La evidencia actual confirma que un tercio del suelo del planeta esta degradado. El ODS 15 es también importante para la gobernanza mundial de las emisiones de carbono. El suelo es el mayor sumidero de carbono terrestre y contiene casi tres veces la cantidad de carbono almacenado en todas las plantas terrestres [2].

Los datos y hechos subrayados por el debate científico y confirmado por el consenso internacional existente para avanzar hacia la Agenda de las Naciones Unidas afectan por igual a los suelos europeos.

Con este panorama tan preocupante, la falta de un marco jurídico vinculante, que determine los principios y las reglas que deben cumplir los Estados miembros, es inaceptable.

El recién publicado: «Inventario y evaluación de instrumentos de política de protección del suelo en los Estados Miembros de la UE» (feb 2017), encargado por la CE, apoya con firmeza esta evidencia. Las conclusiones de este estudio destacan: la falta de un marco estratégico de políticas coherentes en todos los grupos de políticas de la UE examinados, la falta de definiciones comunes sobre el estado del suelo; y, como consecuencia la imposibilidad de establecer objetivos y prioridades en relación a la conservación del suelo y sus funciones.

Además, el análisis muestra la falta de acciones a nivel nacional. Incluso en los casos en que los Estados miembros tienen sus propias leyes, como en el caso de la contaminación del suelo, hay una sorprendente variedad entre las normas, procedimientos, valores de referencia utilizados para la evaluación de la contaminación, y las obligaciones para poner remedio. Esta situación no es coherente con los objetivos de una unión política y económica que debe proporcionar uniformidad en las normas, garantizar la igualdad de oportunidades para los ciudadanos y las empresas, y coherencia con un nivel común de protección de la salud y el medio ambiente.

Es ya evidente que la prevención de la degradación de los suelos y el reconocimiento del suelo como proveedor de ecosistemas fundamentales y servicios de producción, son precondiciones clave para posibilitar el desarrollo sostenible, el bienestar humano, la cohesión internacional y la seguridad en el suministro de alimentos. Es conocida la importancia de las funciones del suelo a nivel estratégico, ecológico y supranacional. El aumento de la conciencia y los objetivos establecidos en los convenios y acuerdos internacionales, así como en la agenda de sostenibilidad de Naciones Unidas, le marca la dirección a seguir a las instituciones nacionales y a las políticas de la UE, pero en ausencia de objetivos concluyentes y normas vinculantes esto no es suficiente para detener la degradación. Este es un vacío que debe solventarse de manera conjunta entre las herramientas del derecho comunitario y las regulaciones individuales de los Estados miembros.

Aprovechando la celebración del Día de la Tierra, les pedimos que entre las prioridades de la Comisión Europea incluyan una hoja de ruta para avanzar hacia una Directiva Marco del Suelo.

Atentamente,

500 organizaciones europeas

[1] Traducido por Cristina Sevilla, red de traductores/as voluntarias en acción.

[2] Esta evidencia también ha sido puesta de manifiesto recientemente en el Simposio Mundial sobre Carbono del Suelo (celebrado en Roma, en la sede de la FAO, entre el 21 y el 23 de marzo de 2017) organizado por la FAO y la CMNUCC, que alertó de riesgos “colosales” para el clima global derivados de la degradación de los suelos.