Recorremos el Guadalquivir para conocer su riqueza natural. La gran variedad de especies que alberga y la degradación del cauce ponen de manifiesto que es necesario recuperar el río para la ciudadanía.

Texto y fotos: Jesús D. Rodríguez, Guillermo Curado. Ecologistas en Acción de Sevilla ciudad. Revista Ecologista nº 93.

La recuperación ambiental de la dársena del río

A su paso por Sevilla, el cauce del Guadalquivir dibuja un trazado bien distinto al que tuvo en su día el Betis hispano-romano o el Río Grande de Al-Andalus. Con el objetivo de mejorar la navegabilidad del curso de agua con mayor calado de la Península, los meandros de la parte alta de la ría fueron suprimidos mediante la apertura de cauces artificiales, facilitando el tránsito de embarcaciones y la actividad portuaria.

Las intervenciones realizadas entre 1795 y 1981, las famosas cortas, han reducido la distancia entre el mar y el puerto de Sevilla en más de cuarenta y cinco kilómetros, alterando significativamente el ecosistema hídrico, que hoy incluye embalses, cortas, canales, regadíos y arrozales. Esto provoca un notable efecto mareal sobre el río ‘vivo’, que oscila en la capital varios metros dos veces al día, arrastrando los depósitos y alterando la tradicional dinámica fluvial que originó los meandros.

En contraste, el antiguo cauce del río, actual dársena o canal de Alfonso XIII, no es un río ‘muerto’. Su trazado corresponde al cauce histórico del Guadalquivir que, una vez canalizado al oeste desde el antiguo médano de Tablada, permanece encajonado y aislado, al sur, por la esclusa de la Punta del Verde y cegado, al norte, en el Parque de San Jerónimo.

Los miembros de Supkayakspain, uno de los clubes de piragüismo de Sevilla, nos guían por la dársena para descubrirnos el valor paisajístico, natural e histórico de la ciudad con el atractivo que supone hacerlo desde el río.

Recorrer el río

A las diez de la mañana, Carlos nos espera junto al agua. Tras unas nociones básicas y ejercicios de calentamiento previos, nos acompaña hasta el embarcadero donde explica: “El estado de las márgenes es bastante mejorable”, dice nuestro guía. “Una vez al día el barco de limpieza se encarga de la retirada de los residuos, excepto en zonas alejadas o de difícil acceso. Las botellas y plásticos flotantes causan un fuerte impacto visual. No quiero imaginar el fondo”, asegura Carlos.

Nos cuenta la mala impresión que genera, en sus rutas a diario por las orillas, para las personas que deciden disfrutar de Sevilla desde el río. En lugar de ser un atractivo turístico y paisajístico, las basuras de ambas márgenes sirven de recurso a las poblaciones de ratas debido, entre otras causas, al abandono y a la desaparición de predadores, dando una imagen lamentable de la ciudad especialmente a la altura del Jardín Americano y el Paseo de la O, en el castizo barrio de Triana.

La ruta parte hacia el norte desde el puente del Cristo de la Expiración, en las instalaciones, hoy desaparecidas, donde en su día estuvo el famoso tapón de Chapina, frente al centro de Educación Ambiental de la empresa de limpieza pública (Lipasam). Paradójicamente, cuando accedemos bajo la pasarela cercana descubrimos la orilla del Jardín Americano en estado de total abandono.

Entre la vegetación exótica de carácter singular difuminada por la arquitectura de este espacio único, los restos de plásticos y botellas nos muestran una ribera contaminada, fruto de la falta de cuidados. Si dividimos en tramos el trazado del río aguas arriba en base a los puentes, distinguimos, en primer lugar, residuos sólidos urbanos desde la pasarela peatonal hasta el puente de la Barqueta, especialmente en la isla de la Cartuja.

El segundo, en la orilla opuesta de la dársena, entre el puente de la Barqueta y el Alamillo, que acumula gran cantidad de basura flotante provenientes del paseo de Torneo. Por último, en el tercer tramo hasta la pasarela de San Jerónimo, que concentra algunas áreas desde donde se realiza la pesca deportiva entre la vegetación. A pesar de las denuncias de los pescadores para limpiar y restablecer los accesos a los bancales de pesca [1] y de las campañas voluntarias de recogida de residuos, en estas zonas no es raro encontrar a la avifauna entre los desechos en busca de alimento.

La escasa atención que reciben las márgenes por parte de las autoridades responsables no contenta ni a pescadores, ni a ecologistas, algo que unido a la nula planificación del botellón, convierten a la dársena en un cóctel de vertidos [2]. Fruto de la alteración de su equilibrio es el mal olor en determinados tramos por el exceso de residuos orgánicos, donde se acumulan algas y bacterias, disminuyendo la oxigenación e interrumpiéndose el ciclo natural, un fenómeno conocido como eutrofización que perjudica gravemente al ecosistema.

Lavanderas, currucas, mosquiteros, ruiseñores…

En contraste, es especialmente llamativo el incremento de avifauna en el área comprendida entre los parques de Alamillo y San Jerónimo donde la vegetación autóctona se recupera en ambas orillas.

La densa vegetación sirve de refugio a numerosas especies de aves, entre las que destacan cernícalos, lavanderas, currucas, mosquiteros, ruiseñores, mirlos, petirrojos, carboneros, y avifauna ligada al hábitat fluvial, como ánades reales, fochas, gallinetas de agua, martinetes, cormoranes, garzas reales, calamones, gaviotas reidoras, e incluso al martín pescador.

Entre la arboleda encontramos nidos de pájaro moscón. En especial, resaltan las áreas de carrizo y eneas que se mezclan con cañas y eucaliptos secos sobre el agua que sirven de soleadero y refugio a multitud de especies. Junto a la vegetación palustre encontramos un estrato arbustivo de madreselva, tarajes, álamos y chopos, fresnos, almeces y ejemplares aislados de sauces, palmitos y lentiscos.

Otro aspecto llamativo durante el paseo hacía el norte en el interior de la dársena, es la presencia de especies invasoras que, en algunos casos, acaban desplazando a las autóctonas. Juveniles de galápagos de Florida, aves exóticas como las dos especies de cotorras o el pico de coral y plantas como el tabaco moruno o la banderita española son comunes junto a las plantaciones extendidas de eucalipto.

Cuidado del río

Existen áreas de mayor valor ecológico que deberían establecerse como prioritarias a la hora de realizar actuaciones de manejo ambiental. Por un lado, destaca la orilla del Jardín Americano hasta el entorno del Teatro Central, que complementa la riqueza de los Jardines del Guadalquivir.

Por otro, desde la pasarela de San Jerónimo hacia el final de la dársena, junto al parque del mismo nombre, zona de nidificación habitual de aves acuáticas y propuesta como Reserva Natural que podría también acoger enclaves para la pesca deportiva. Y por último, entre el puente de San Telmo y las Delicias, a la espalda de los jardines históricos de Sevilla, que según figura en el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) debería contemplar un gran espacio libre, en lugar de un aparcamiento privado [3], con un paseo peatonal de ribera que conectase entre sí las zonas verdes de las áreas deportivas existentes.

Los usos pormenorizados incluyen la compatibilidad con el espacio público de pequeñas instalaciones vinculadas con la cultura, el medioambiente y la práctica deportiva, un área de ocio que convertiría a esta zona en un auténtico centro histórico y natural del río en la ciudad, y evitaría que el Puerto de Sevilla continúe creciendo a espaldas de la trama urbana.

A pesar de que la propia ribera se regenera paulatinamente en un proceso de naturalización no intervenida, en ausencia de un urbanismo planificado para acoger los cauces fluviales, en lugar de expulsarlos y desnudarlos de su diversidad, cabe preguntarse: ¿No ha llegado la hora de plantear estrategias que integren de manera natural al río y renueven su relación con la ciudad?

La potencialidad de estas áreas para los servicios ecosistémicos de la dársena es notable. La recuperación de la vegetación permitiría restablecer una situación más saludable en ambas márgenes, lo que favorecería enormemente la función ecológica, paisajística y educativa del río.

Dado su estado actual es urgente detener la degradación e implementar medidas de restauración ecológica que recuperen la ribera para la ciudad. Es posible, rentable y necesaria la recuperación ambiental de la dársena del Guadalquivir.

Notas