El 2008 ha quedado marcado por el nuevo Gobierno y la crisis económica. Ambos aspectos han tenido consecuencias negativas para la vida en el planeta. El cambio de Gobierno ha significado un giro mayor hacia la insostenibilidad. A la crisis se le está haciendo frente, una vez más a costa del entorno.

El año que ahora acaba ha sido intenso desde el punto de vista socioambiental. Probablemente los dos eventos fundamentales del 2008 han sido la crisis y el cambio de Gobierno, ambos con tremendas implicaciones ambientales.

Nuevo Gobierno

En primavera se conforma un nuevo Gobierno central del PSOE, marcado por la fusión de los ministerios de Medio Ambiente, y de Agricultura y Pesca. Desde el principio, Ecologistas en Acción denunció lo que posteriormente se ha confirmado con los hechos: un claro giro antiambientalista por parte de Rodríguez Zapatero.

Para la organización ecologista, los hechos hablan por si solos, considerando palmaria la ausencia de lucha contra el cambio climático del Gobierno. Es más, su empeño parece dirigirse en incrementarlo, ya que las emisiones del Estado español en 2007 han vuelto a subir situándose entre un 51 y 52% por encima de las de 1990. El Gobierno no sólo ha seguido repartiendo gratuitamente los derechos de emisión, sino que mantiene y acelera, con la excusa de la crisis, la puesta en marcha de los proyectos más insostenibles del Plan Estratégico de Infraestructuras de Transporte (PEIT), paradigma de la insostenibilidad, que está suponiendo la construcción de 6.000 km de autovías adicionales. Hablamos de miles de kilómetros de autovías y líneas de alta velocidad ferroviaria, proyectos muy destructores del entorno y poco generadores de empleo, para los que en 2009 se incrementará el presupuesto en un 7,5%, superando así los 19.000 millones de euros.

Bajo este prisma, también se situó la celebración en Madrid del Congreso Mundial del Petróleo, que ejemplificó el respaldo del Gobierno a este obsoleto y destructivo combustible. Un segundo ejemplo concreto de esta apuesta es el visto bueno del Ministerio de Industria a la construcción de una impactante refinería en Tierra de Barros (Badajoz).

Ante esto, Ecologistas en Acción ha respondido con múltiples iniciativas y campañas, entre las cuales han destacado este año la que ha realizado con su velero por el litoral contra el cambio climático, su participación activa en el Encuentro Social Alternativo al Petróleo, las movilizaciones contra el cambio climático, en el Congreso Mundial de la Naturaleza de la UICN, la denuncia de Repsol en foros internacionales, la presentación en el Congreso de una Ley de Ahorro y Uso Eficiente de la Energía, la presencia en la reciente cumbre del clima de Poznan, o el fuerte apoyo a la resistencia contra la construcción de centrales térmicas y de la refinería.

El problema energético no está únicamente en la opción del Gobierno por los combustibles fósiles, está también en que no termina que poner en marcha una política de cierre de las centrales nucleares. Esto es especialmente sangrante en un año como el que se cierra, plagado de incidentes, especialmente en las centrales catalanas.

Ecologistas en Acción ha estado presionando para que Zapatero anunciase, al menos, el cierre de la central de Garoña (Burgos).

La apuesta por los combustibles fósiles de este Gobierno (y de los autonómicos) también tiene una implicación directa sobre la salud ambiental. La principal conclusión del informe de Ecologistas en Acción sobre calidad del aire en las ciudades es que, como mínimo, el 53% de la población española respira aire contaminado.

Ante ello Ecologistas en Acción tiene abierta una campaña por el transporte público y el no motorizado, junto a la restricción del uso del coche que ha acompañado con la presentación de una iniciativa legislativa para una Ley de Movilidad Sostenible y la presión para poner restricciones ambientales a la industria automovilística.

Por otra parte, la política de aguas vuelve a poner las miras en los transvases (Ebro a Barcelona o Valdecañas al Segura), haciendo caso omiso de la continua reducción de los recursos hídricos existentes en nuestro estado (disminuyeron un 15% en el periodo 1996-2005) y de la pérdida de calidad de los mismos (como lo atestigua el informe sobre calidad de las aguas de baño elaborado por Ecologistas en Acción).

Al analizar el estado de la biodiversidad, el panorama es desolador, como concluye otro estudio realizado por Ecologistas en Acción. En él se aprecia que los ecosistemas españoles nunca estuvieron tan protegidos pero, sin embargo, nunca se perdió diversidad biológica a mayor velocidad. Probablemente uno de los ejemplos más palmarios y denunciados por la organización, a través de una activa campaña, es el atún rojo, al cual el Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino no quiere otorgar los niveles de protección que necesita.

La falta de sensibilidad ambiental de los gobiernos centrales y autonómicos se refleja del mismo modo en que el 50% de las industrias españolas incumplían la normativa IPPC (Prevención y Control Integrados de la Contaminación) en el momento de su entrada en vigor en 2008, tras 12 años de margen para la adaptación a la misma de las empresas españolas. Un ejemplo claro del nefasto comportamiento ambiental de la mayoría de la industria española es el de la mina de Las Cruces (Sevilla), que amenaza con producir una nueva catástrofe como la de Aznalcollar, con la connivencia de la Junta de Andalucía.

Además, el Gobierno español se ha caracterizado a escala internacional por su pasividad, cuando no por ser un activo agente contra las políticas proteccionistas. Esto ha sido lo que ha ocurrido en Barcelona en el Congreso Mundial de la UICN o en la cumbre del ICCAT, donde no supo defender la conservación del recurso pesquero de más antigüedad en su explotación del mediterráneo, el atún rojo.

Para la asociación ecologista, el Gobierno también se puede apuntar algún aspecto positivo, como el Plan de Contratación Pública Verde, algo necesario, aunque insuficiente.

Por otro lado, la organización ecologista denuncia la escasa utilidad de la justicia para la defensa del medio ambiente. Como botón de muestra, ahí están las sentencias sobre la M-501 o la M-30 que a pesar de dar la razón a Ecologistas en Acción no han impedido la ejecución de estas obras ilegales.

Crisis

Ecologistas en Acción considera que la crisis que vivimos, más que una crisis económica, que lo es, es una crisis socioambiental, que ejemplifica la insostenibilidad del modelo actual. Es una crisis ambiental, ya que parte de la sobreexplotación de los recursos naturales, como el petróleo; y la saturación de los sumideros, ejemplificada por el cambio climático. Y es una crisis social, como refleja la crisis alimentaria en la que está sumida una parte importante de la población mundial.

Por ello la organización ecologista tiene abierta una importante línea de trabajo para reconstruir un mundo rural vivo, que vincula el avance hacia la soberanía alimentaria y contra el cambio climático. En esta campaña la declaración de “zonas libres de transgénicos” juega un papel fundamental, que ya ha tenido éxitos, a pesar del rechazo parlamentario a la declaración de España como zona libre de transgénicos con los votos del PSOE y el PP.

Ante la crisis, el Gobierno, junto a la UE y EEUU, se ha caracterizado por postergar aun más el necesario giro hacia la sostenibilidad y han apostado por crear las bases de una nueva burbuja especulativa, revitalizar el sector de la construcción, incentivar el consumo y potenciar la creación de más insostenibles e innecesarias infraestructuras. Todo ello en el marco de la UE, una institución que, según un informe realizado este año por Ecologistas en Acción, es intrínsecamente insostenible.

En respuesta a este hecho, Ecologistas en Acción mantiene viva su campaña “Ni un metro más de hormigón”, el intento por limitar, mediante una ILP, el urbanismo en Canarias, la campaña Banderas Negras, que incluye una propueta de gestión costera, ha iniciado la realización de los Premios Sombra para reconocer las políticas publicitarias más agresivas, y está impulsando una respuesta ciudadana a dichas medidas, entre otras muchas actividades.

Probablemente, las pocas alegrías que ha tenido el ecologismo español este año son las relacionadas con que la crisis ha ralentizado algunos de los procesos de destrucción más fuertes que estaban produciéndose, como el urbanístico o el consumismo. Obviamente la crisis no es solución, pero sí puede significar una oportunidad para cambiar, para olvidar la obsesión por el crecimiento y aprender que necesitamos “menos para vivir mejor”, como reza el lema aprobado por Ecologistas en Acción en 2008, en su décimo aniversario. Un lema que presidió la acción y el manifiesto de su Congreso de Valencia.