El pasado 31 de enero hubo una reducción de potencia importante en la central nuclear de Cofrentes, sin que apareciera, como es preceptivo, ninguna notificación al Consejo de Seguridad Nuclear.

La reducción de potencia eléctrica fue de casi la mitad, pasando de 1102 a 648 Mw, y también fue importante el descenso de potencia térmica, pasando de 3237 a 2067 Mwt.

Según Ecologistas en Acción, es preocupante que en una central que ha sufrido dos prealertas de emergencia en 2008 y otra el 10 de enero de este año, reduzca potencia de forma tan significativa sin que medie información de ningún tipo. Se trata de una muestra más del oscurantismo y la falta de cultura de seguridad de los titulares de las nucleares españolas.

Para la asociación ecologista, es evidente el clima de desconfianza en la seguridad de las centrales nucleares españolas. Lo ocurrido en Cofrentes es solo una muestra más que se une a sucesos como la fuga de material radiactivo de Ascó del año pasado, o la modificación del caudal de los caudalímetros en Ascó II, el 13 de diciembre pasado, que ha sido calificado con nivel 1 en la Escala INES por parte del Consejo de Seguridad Nuclear.

En este clima de desconfianza, Ecologistas en Acción califica de inaceptable que el Gobierno se plantee la prórroga del permiso de explotación de la central de Garoña, en Burgos, que tiene casi 39 años de funcionamiento, contando con más de 200 componentes degradados – algunos dentro del reactor-, y que debe cerrar definitivamente el 5 de julio de este año, fecha en la que le caduca el permiso.