A continuación explicaremos cuáles son las estrategias publicitarias más comunes que la industria del automóvil emplea para inducir a error al consumidor:

1º Coches ecológicos y prefijos eco: como hemos visto en apartados anteriores, la circulación de un automóvil presenta siempre una serie de impactos ambientales. Estos impactos se producen desde la fabricación del vehículo (con el consumo de energía y materiales que requiere), pasando por su vida útil (emisiones e impacto de las infraestructuras por donde circula), y las relacionadas con su posterior desecho.

Por lo general, la industria del automóvil tiende a catalogar como de ecológicos a los coches que tienen una eficiencia mayor o que emiten comparativamente menos que la media del resto de coches. En el primer caso, no deja de ser sorprendente que se llame ecológico a un coche que puede emitir incluso por encima de la media simplemente porque presenta un motor más eficiente respecto a coches de potencia o peso similares (hay que recordar que las emisiones son directamente proporcionales con la potencia y el peso del vehículo). En el segundo caso, porque un coche emita menos que la media, o incluso sea el que menos emita de todos, no por ello deja de seguir emitiendo y produciendo una afección al medio ambiente, lo que resulta incompatible con ser ecológico.

En cualquier caso: porque un coche sea mejor que el resto en un aspecto medioambiental concreto, como pueden ser las emisiones, no implica que sea ecológico. Si acaso, será menos contaminante o menos lesivo para el medio ambiente.

2º Emisiones de CO2: las emisiones de CO2 es uno de los reclamos más utilizados en la publicidad de coches. Sin embargo, ningún anuncio publicitario se ajusta a lo que marca la legislación vigente: según el Real Decreto 837/2002 los “impresos de promoción” (concepto que según el propio Real Decreto abarca, “como mínimo… los folletos, los anuncios en periódicos, las revistas, la prensa especializada y los carteles”) deberán incluir los datos sobre consumo de combustible y emisiones de CO2 de forma “al menos tan visible como la información principal que se recoge en los impresos de promoción” y “fácilmente comprensible, incluso tras una lectura superficial”. Una obligación que es sistemáticamente incumplida por todos los fabricantes.

En vez de publicitar claramente esta información y que sea el mismo consumidor el que pueda comparar objetivamente entre unos modelos u otros, se oculta y se informa de manera tergiversada para promocionar un modelo de automóvil cuando se estima oportuno.

Mientras la industria del automóvil no publicite claramente estas emisiones, lo único que el consumidor puede hacer es rebuscar entre la letra pequeña, a veces en el lateral o en la parte superior del anuncio, la información sobre cuánto consume y emite el automóvil publicitado. Eso sí, teniendo en cuenta las siguientes indicaciones:

  1. Cuando se publicita una gama de vehículos hay que fijarse en el modelo exacto que nos interesa. Muchas veces, tan solo aparece un rango de emisiones, donde se informa de las emisiones del modelo que menos emite y las del que más. Si no aparece detallada tendremos que buscar la información específica en la página del IDEA o buscarla en los datos que el fabricante proporciona más detalladamente en el catálogo específico de cada modelo.
  2. Las emisiones medias de CO2 del parque automovilístico español en 2008 fueron de 148 g/km. Para más información sobre los distintos niveles véase el apartado de emisiones de CO2 de coches convencionales e híbridos.
  3. Hay que tener en cuenta que los motores diésel por lo general emiten menos CO2 que los de gasolina, pero por el contrario emiten más sustancias contaminantes perjudiciales para la salud. Estas últimas son las responsables de la contaminación del aire de muchas de nuestras ciudades.
  4. El automóvil es el medio de transporte que más energía consume y que más emisiones produce por persona transportada. Por tanto, por poco que emita un coche, siempre será más sostenible realizar ese viaje, cuando se pueda, en transporte público o por medios no motorizados.

3º Emisiones cero: es muy frecuente escuchar cómo a los coches eléctricos se les denomina como coches de emisiones cero, simplemente porque no tienen tubo de escape. Sin embargo, tal y como se explica con más detalle en el apartado dedicado a los coches eléctricos, su conducción sí que lleva asociadas emisiones de CO2 y de sustancias contaminantes en el lugar donde se produce la energía eléctrica. Por lo que en absoluto son de emisiones cero.

Asimismo la fabricación del vehículo, que nunca se considera, supone un consumo de energía elevado y unas emisiones muy considerables.

4º Respetuosos con el medio ambiente: sucede lo mismo que con los mal llamados coches ecológicos. Que un coche pueda tener unas mejores prestaciones en un aspecto medioambiental concreto con respecto al resto de coches, no implica que sea respetuoso con el medio ambiente. En todo caso será menos dañino con el medio ambiente para un impacto determinado.

5º Materiales reciclables: Que los materiales de fabricación del vehículo puedan emplearse después para la fabricación de otro, aunque facilita el tratamiento de los residuos y plantea cierta mejoría ambiental, no sirve como excusa para llamar a un coche ecológico. Más que nada por el resto de impactos que sigue ocasionando, y porque la fabricación y posterior reutilización de esos materiales conlleva un gasto energético y por tanto un impacto ambiental.

6º Plantación de árboles para compensar las emisiones: Es una medida compensatoria basada en que por la compra del coche se planta un número determinado de árboles que captará parte del CO2 emitido por el vehículo durante su vida útil (aunque normalmente es sólo por el primer año de circulación). Una vez más, se considera exclusivamente el aspecto medio ambiental relacionado con las emisiones debidas a la circulación –las de fabricación no se consideran (ver apartado específico)–. Además, en general no se cubren todas las producidas durante la circulación.

Pero lo peor de este planteamiento, es el mensaje tan perverso de decirle al consumidor: “no se preocupe por las emisiones de su coche, conduzca lo que quiera que nosotros hemos plantado unos árboles que las compensan, puede usted conducir tranquilo”. El mensaje así transmitido elimina completamente la responsabilidad del conductor en la utilización dada al coche.

Además, el cálculo de tantos árboles plantados equivalen a las emisiones producidas durante la vida útil de un coche, se basa en estimaciones medias que en la realidad pueden diferir mucho de la realidad según diferentes condicionantes. En el caso de la retención de carbono por parte de los árboles (tipo y edad del árbol, lugar de plantación, clima) y sobre todo porque lo que captura de forma prolongada y sostenida CO2 es un ecosistema, y un ecosistema es mucho más complejo que la simple plantación de algunos árboles. Y en el caso del automóvil los condicionantes también son muchos: kilómetros recorridos, forma de conducción, ocupación media del vehículo, mantenimiento…

Es decir, una relación demasiado compleja que se simplifica intencionadamente en la búsqueda de un reclamo que atraiga al consumidor concienciado.