Ecologistas en Acción desmiente las afirmaciones de que el incendio en las Tablas de Daimiel está apagado y que ha sido gracias al trasvase desde el Tajo. El incendio se puede considerar controlado, pero no por el agua del trasvase, que apenas está empezando a llegar, sino por las extracciones de pozos del Parque Nacional y por las precipitaciones.

El pasado día 9 de enero la Ministra de Medio Ambiente Rural y Marino, Dª Elena Espinosa, y el Presidente de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, D. José María Barreda, acudieron a las Tablas de Daimiel para anunciar que empezaba a llegar agua trasvasada desde el Tajo a través de la llamada tubería manchega.

En un acto rodeado de una gran parafernalia, Elena Espinosa dijo, o al menos así lo han recogido algunos medios de comunicación, que “el incendio de turbas se puede dar por extinguido”, y que la obra del trasvase ha permitido el “milagro” de volver a ver agua en cantidad en las Tablas.

El hecho de que dichas afirmaciones o comentarios hayan trascendido más que otras explicaciones más medidas y precisas que técnicos y responsables hicieron sobre la situación real del Parque Nacional y del trasvase, hace necesario que se explique con claridad lo que realmente está ocurriendo y que haya que censurar y desmentir las palabras de la Ministra.

En primer lugar, hay que señalar que el incendio de turba no está extinguido. No hay ningún dato que lo avale. Al contrario, como han repetido los técnicos y científicos reiteradamente, el incendio no se puede dar por extinguido incluso aunque la turba esté totalmente inundada y embebida en agua, circunstancia que además todavía no se ha producido. El incendio, en las circunstancias actuales se puede considerar controlado, dado que ya no afloran fumarolas a la superficie y se prevé acumular una creciente cantidad de agua en la turba. Por ello, es previsible que se terminen por apagar en los próximos meses todos los focos latentes subterráneos que puedan quedar.

¿Y qué ha permitido que el incendio esté bajo control? Evidentemente el trasvase de agua del Tajo no, en absoluto. Sólo a partir del día 9 de enero han empezado a entrar aguas por la tubería manchega y, además, esas primeras aguas no procedían todavía del Tajo, sino que eran de las extracciones en pruebas realizadas con aguas del río Cigüela. Tal vez a día de hoy si esté empezando a entrar agua del Tajo propiamente dicha, por lo que si la situación en las Tablas ha cambiado en estas semanas evidentemente no ha sido por ello.

Dos circunstancias son las que se han unido para controlar el incendio. En primer lugar, el vertido en la turba de aguas procedentes de pozos del Parque Nacional, es decir del acuífero 23. Este procedimiento ha permitido iniciar el control del incendio, aun cuando se ha utilizado muy limitadamente por el vergonzoso rechazo que el Ministerio y la Junta han mostrado a resolver el problema con agua del Guadiana y del acuífero. La propia Consejera de Industria, Energía y Medio Ambiente comunicó antes de las lluvias de diciembre que el incendio estaba extinguido en un 50%. Tal vez ese dato no fuera preciso, pero coincide con lo que es de sentido común: si se aplicaba agua sobre el incendio este se paliaría.

La otra circunstancia que está permitiendo apagar el incendio ha sido la enorme acumulación de precipitaciones habida en las últimas semanas en toda la Mancha occidental y que en muchas zonas han superado los 200 litros por metro cuadrado. Ello ha producido que sobre las cerca de 2.000 hectáreas que tiene el Parque Nacional, sólo por precipitaciones, se pueda estimar en unos 4 hectómetros cúbicos el agua recibida. Pero además, al Parque Nacional le están llegando también las escorrentías de los arroyos del entorno y de la sierra de Villarrubia y, lo que es más importante, los aportes de los ríos Záncara, Cigüela y seguramente del Azuer y del propio Guadiana. Destacar que después de muchos años sin hacerlo, una gran cantidad de agua procedente del desembalse de Peñarroya está llegando al Parque Nacional a través del canal que une este embalse con el Záncara.

En total, no es aventurado decir que el Parque Nacional habrá recibido más de 10 hectómetros cúbicos procedentes de pozos y precipitaciones en los últimos meses. Y lo que está por llegar es mucho más, sin contar con el trasvase.

Así, los aportes de los pozos y de las precipitaciones, aunque estas no fueran previsibles, han puesto aun más en entredicho la eficacia y la necesidad de aportar agua del trasvase. Más aun cuando se ha hecho de forma irregular, con un gasto desproporcionado de 9 millones de euros; se está llevando agua de una cuenca, la cabecera del Tajo, que a día de hoy está en una peor situación que el Alto Guadiana; y, además, se han provocado impactos ambientales muy serios en el río Cigüela.

Ecologistas en Acción insiste una vez más en que el trasvase no es la solución para las Tablas, ni para apagar el incendio ni para recuperarlas, y que además lo único que está permitiendo es que los políticos, que hasta ahora las han tenido totalmente abandonadas a su suerte, puedan hacerse una foto y desvíen la atención de los verdaderos problemas y soluciones para el parque nacional.

El Parque Nacional puede y debe recuperarse con agua de la cuenca de Guadiana y las excepcionales precipitaciones de este año deben aprovecharse en ese sentido. Si no, no tardaremos mucho en volverlas a ver secas.