Han pasado seis años desde el anterior informe científico del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC), y a medida que se extiende la percepción de que el calentamiento global es un problema real que afectará a todo el mundo, se escucha con más atención lo que podríamos llamar el “diagnóstico oficial” del estado del clima. El nuevo informe, presentado a principios de 2007, no es precisamente tranquilizador.

El último informe del IPCC describe los nuevos conocimientos sobre el proceso climático y sus causas, la relación de alteraciones observadas en todo el mundo y las estimaciones de evolución futura. Se trata de contar lo que sabe la ciencia hoy por hoy, y explicarlo de forma que tanto las certezas como las cuestiones probables y las incógnitas se describan lo más clara y ajustadamente posible. No participan sólo los científicos, se ha elaborado en consenso con los representantes de los gobiernos para asegurar que se vinculen con las conclusiones. O al menos intentarlo.

Evidencias apabullantes

El calentamiento del sistema climático se califica con rotundidad de “inequívoco” y se confirman tendencias ya advertidas anteriormente:

Once de los doce años más cálidos desde 1850 están entre 1995 y 2006. La temperatura media global ha aumentado 0,74ºC de 1906 a 2005, mayor que la publicada en el anterior informe [1]. La tendencia de los últimos cincuenta años prácticamente dobla la de los cien anteriores.

- Es muy acusado el calentamiento del Ártico, casi el doble de la media mundial. La superficie congelada se ha reducido un 2,7% por década desde 1978.
- La capa de permafrost, tierras que están permanentemente congeladas, presenta un incremento de temperatura superficial de hasta 3ºC, y una reducción en el área máxima congelada de un 7% desde 1900 (y del 15% en primavera).
- La temperatura promedio del océano también ha aumentado a profundidades de hasta 3.000 m. Las observaciones muestran que el océano ha absorbido más del 80% del calor añadido al sistema climático. En consecuencia el agua se ha expandido, contribuyendo a una subida del nivel del mar de 1,6 mm por año de 1993 a 2003.
- Los glaciares de montaña y la cubierta de nieve han reducido su extensión en ambos hemisferios. La aportación de agua al mar en ese periodo se calcula que ha hecho crecer el nivel en 0,77 mm por año.
- También Groenlandia y la Antártida experimentan cambios: la velocidad de flujo de algunos glaciares en ambas masas de hielo ha aumentado, aportando más agua al mar. Este fenómeno explica la mayor parte de la pérdida de masa de la Antártida y la mitad de la pérdida de Groenlandia, el resto se debe a que la fusión estacional no ha sido compensada por la acumulación de nieve. Su contribución al nivel del mar se estima que ha sido muy significativa entre 1993 y 2003, llegando a 0,4 mm por año.
- En conjunto el nivel del mar ha aumentado entre 12 y 22 cm durante el siglo XX.
- La distribución y cantidad de lluvia entre 1900 y 2005 ha cambiado en muchas zonas. Vienen recibiendo más precipitaciones la parte oriental de norte y sur de América, el norte y centro de Asia y el norte de Europa. Hay mayor sequedad en el Sahel, el Mediterráneo, el sur de África y parte del sur de Asia. Los trópicos y subtrópicos han sufrido desde 1970 sequías más intensas y largas, relacionadas con la falta de lluvias y el aumento de las temperaturas.
- También se ha constatado que hay más lluvias torrenciales, lo que es consistente con una atmósfera que contiene más agua porque su temperatura es mayor. Los días extremadamente cálidos son más frecuentes que hace cincuenta años, y también las olas de calor.
- Se aclara la discusión sobre los ciclones: hay evidencia observacional de aumento de la intensidad de los ciclones tropicales desde 1970 en el Atlántico Norte, y no se asegura todavía en el resto del trópico por la escasez de datos adecuados.

A prueba de escépticos

Fuera de la exigente lista de evidencias climáticas, y en aras del consenso, han quedado asuntos de gran importancia como la inestabilidad del hielo que rodea la península antártica y su aumento de temperatura al cuádruple del promedio global. Tampoco, por ejemplo, se ha considerado un reciente informe sobre la ralentización de la corriente del Golfo en 2004. Se declara tan sólo que no hay suficiente evidencia para determinar tendencias. El proceso de elaboración de “Cambio Climático 2007: las bases científicas y físicas” del IPCC ha sido tan riguroso que se rechazaron las investigaciones algo controvertidas, no completamente cuantificadas o todavía no incorporadas en los modelos climáticos. El propósito es impedir que los escépticos del cambio climático puedan hincar sus dientes en el informe y hacer campaña intentando desacreditar el proceso científico.

También por eso el documento es cuidadosamente claro en la atribución de las causas de este cambio climático: “La mayor parte del incremento observado en la temperatura media global desde mediados del siglo XX es muy probablemente debida al aumento observado en la concentración de gases de efecto invernadero antropogénicos”

Para evitar precisamente las malas interpretaciones, se define el significado de muy probablemente como mayor del 90%. Pero no hay que tomárselo al pie de la letra porque en el borrador ponía extremadamente probable, que significa mayor del 95%, y durante cinco horas las delegaciones de China y Arabia Saudita bloquearon esa expresión para cambiarla por probable, mayor del 66%. Así que ese 90% fue una salida de negociadores agotados.

Hubo muchos otros intentos de interferencia política por parte de la gran delegación china pero sólo consiguieron su propósito, tras diez horas de discusión, en la retirada de una frase relativa a una estimación de la influencia de la actividad humana en el forzamiento radiativo [2] cinco veces superior a la del sol. Cuestión que aunque no está en el texto queda reflejada en un gráfico.

Las previsiones de evolución del clima se basan en los cálculos de sofisticados modelos climáticos y unas determinadas previsiones de emisiones de gases de efecto invernadero (los denominados escenarios). En comparación con las proyecciones del informe IPCC de 2001 se dispone de más simulaciones basadas en un rango de modelos más amplio, de creciente complejidad y realismo, junto con nuevas observaciones.

El intervalo de aumento de temperatura en que podríamos movernos a finales de este siglo es de 1,1ºC a 6,4ºC como valores extremos en la última década del siglo, correspondientes a concentraciones de CO2 en 2100 de 600 y 1550 ppm [3] respectivamente. Es más que notable que el calentamiento durante las próximas dos décadas vaya a ser muy parecido en cualquiera de los escenarios aunque luego diverja considerablemente. No es descabellado temer el efecto perverso de que las consecuencias de no reducir prontamente las emisiones, e incluso de acelerarlas, no sean percibidas en su dimensión real hasta mucho después, en la segunda mitad del siglo.

Un futuro preocupante

Una conclusión sorprendente del informe es que se proyecta para el nivel del mar un margen de aumento desde 18 cm a 59 cm, un intervalo notablemente menor que el de 9 a 88 cm que se preveía en el informe de 2001. ¿Es que quizá tengamos algo de suerte y las cosas no se van a poner tan mal? Lamentablemente no es así. La reducción del margen se debe a que voluntariamente se ha excluido del cálculo la contribución de los cambios en el flujo de las placas de hielo (de la Antártida y Groenlandia), y la incertidumbre de la retroalimentación del ciclo del carbono. El informe explica que no se considera un conocimiento lo bastante asentado todavía para cuantificarlo, pero deja clara su radical influencia en el futuro sobre la altura del mar. De hecho las cifras publicadas incluyen una contribución debida al incremento del flujo de hielo a las tasas observadas de 1993 a 2003 y, tal como se dice en el informe, si se considerase un crecimiento meramente lineal de estas cifras con el aumento de temperatura previsible habría que añadir entre 10 y 20 cm más al nivel del mar. Por tanto la proyección sobre el mar es explícitamente conservadora, y anuncia que hay motivo para preocuparse.

También lo hay con la progresiva acidificación oceánica debida al incremento de CO2 disuelto. Las reducciones de PH anunciadas son de 0,14 a 0,35 (desde la era preindustrial el cambio se estima en 0,1). La solubilidad de los carbonatos se hará por tanto mayor, planteando problemas a la supervivencia de buena parte de los artrópodos marinos.

Las proyecciones sobre la contracción de la cubierta de nieve y superficie helada, extremos térmicos y olas de calor siguen la tendencia anunciada en el anterior informe y que ya observamos hoy. Puede decirse algo semejante respecto a las precipitaciones, para las que ha mejorado la seguridad de la previsión sobre una parte mayor del globo. Concretamente en la cuenca mediterránea más del 90% de los modelos coinciden en que habrá reducción de precipitaciones de hasta un 20% en la última década del siglo.

Los ciclones tropicales se harán más intensos, con más precipitaciones y picos de velocidad de viento más altos. Fuera de los trópicos las tormentas se desplazarán hacia los polos, modificando los patrones de vientos, lluvias y temperaturas.

Y con una probabilidad mayor del 90% la corriente del Golfo (circulación meridional de retorno del Atlántico Norte) verá reducirse su caudal durante el presente siglo. Esta reducción a fin de siglo puede ser del 25% en promedio, con un rango estimado del 0 al 50%. Sin embargo no se cree que vaya a causar un enfriamiento de la región atlántica dado el aumento general de temperatura. Afortunadamente se considera muy improbable (menos del 10%) que llegue a detenerse durante este siglo.

El Cuarto Informe de Evaluación del IPCC no es precisamente tranquilizador. Lo cierto es que cuanto más sabemos más motivos tenemos para preocuparnos.

Comisión de Energía de Ecologistas en Acción. El Ecologista nº 52

Notas

[1] Tercer Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático: 0,6ºC de 1901-2000

[2] Forzamiento Radiativo: medida de la influencia de un factor en el balance energético de la radiación solar incidente y la emitida al espacio por el sistema Tierra-atmósfera (w/m2).

[3] ppm: partes por millón. Número de moléculas de gas respecto al número total de moléculas de aire seco.