La Xunta de Galicia ha sido el cuarto gobierno autonómico en presentar un plan de acción para luchar contra el cambio climático. La Xunta vende a la opinión pública que el Plan Gallego de Acción frente al Cambio Climático (PGACC) reducirá las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) en 12,25 millones de toneladas entre 2008 y 2012. Lo que casi nunca explica es que se trata de una reducción en relación a un escenario tendencial. Lo destacable es que la Xunta, a diferencia de otros gobiernos autonómicos, no se propone disminuir las emisiones de la situación de partida. En 2012, las emisiones gallegas serían un 37% superiores a las de 1990, cuando en 2006 eran un 20,6% mayores. Sin el PGACC, las emisiones aumentarían un 47%.

Xosé Veiras García, asociación ecologista Verdegaia. El Ecologista nº 60

El presidente Emilio Pérez Touriño ha definido el PGACC como la “contribución solidaria” de Galicia a la lucha contra el cambio climático. Pura hipocresía. No es de recibo que un país desarrollado como Galicia, con elevadas emisiones por habitante –superiores incluso a las emisiones medias del Estado español y de la Unión Europea [1] – se permita incrementar todavía más sus emisiones en los próximos años.

Fábricas de cambio climático

En Galicia se sitúa el mayor foco emisor de dióxido de carbono (CO2) de España y uno de los mayores de Europa, la central térmica de carbón de As Pontes, propiedad de Endesa. En 2006, emitió ella sola más CO2 que Extremadura o Navarra. Junto a la otra central térmica de carbón gallega, la de Meirama, perteneciente a Unión Fenosa, fue responsable ese año del 37% de las emisiones gallegas. La producción de electricidad a partir de carbón, muy intensiva en emisiones de CO2, es la causa principal de que la participación de Galicia en las emisiones del Estado español sea considerablemente superior a la que le correspondería por población o por PIB. Tras el reciente agotamiento de las minas de lignito gallegas, todo el carbón usado en estas centrales es importado.

El Gobierno gallego apoyado por el PSdG-PSOE y el BNG ha mostrado, como los anteriores del PP, una complacencia absoluta hacia estas fábricas de cambio climático, a las que recientemente se han sumado dos nuevas centrales térmicas de ciclo combinado a gas natural. Dado el peso que mantendrá la producción eléctrica sucia, ni siquiera el notable crecimiento de la energía eólica –se prevé pasar de 2.952 MW de potencia instalada a finales de 2007 a 6.500 MW autorizados en 2012– será capaz de lograr en los próximos años una disminución de las emisiones asociadas a la producción energética gallega.

Las emisiones de gases de invernadero han crecido menos en Galicia que en el Estado español: un 20,6% entre 1990 y 2006, frente a un 50,6%. Sin embargo, considerando sólo el sector del transporte, las emisiones se han duplicado. Es la consecuencia esperada de un desorden urbanístico que ha intensificado la tradicional dispersión territorial de la población gallega, del abandono del transporte colectivo y de la construcción desmesurada de nuevas carreteras. La respuesta de la Xunta para reducir emisiones consiste básicamente en una débil apuesta por la recuperación del transporte colectivo y en un fuerte incremento del uso de agrocombustibles insostenibles, que en 2012 representarían el 7% del consumo de gasolinas y gasóleos. Mientras tanto, promueve un Plan para aumentar la longitud de la red de carreteras de alta capacidad de 965 a 2.223 km.

¿Incinerar contra el cambio climático?

Uno de los aspectos más criticables del PGACC es la consideración de la incineración de residuos urbanos como una contribución a la mitigación del cambio climático. Un disparate si tenemos en cuenta que la incineradora de Cerceda, la mayor de España, propiedad de la empresa Sogama –participada por la Consellería de Medio Ambiente y por Unión Fenosa–, es otro de los principales focos de CO2 de Galicia. La electricidad que produce a partir de la basura de la inmensa mayoría de los ayuntamientos gallegos no es mucho menos intensiva en CO2 que la generada a partir de carbón, el combustible más sucio. Aunque la Xunta ha presentado un nuevo Plan de Residuos que supone un cierto impulso del reciclaje, no está previsto el cierre de la incineradora.

Frente a un Plan que no está a la altura del desafío que supone la crisis climática, desde Verdegaia hemos presentado el documento Por unha economía galega baixa en carbono [2], con numerosas propuestas para reducir las emisiones, inspiradas por el ecologismo social y que inciden sobre todo en la producción y en el consumo de energía, la fuente del 83% de las emisiones de Galicia. La Xunta, que elaboró la propuesta de PGACC sin participación social, ya ha dejado claro que sólo admitirá “algunos retoques”.

La sostenibilidad y la democracia participativa siguen sin ser una prioridad para el Gobierno gallego. Tras 16 años de pesadilla fraguiana, las expectativas de regeneración democrática y de mejora ambiental despertadas por el bipartito se han visto frustradas en gran medida.

Notas

[1] En 2006, las emisiones por habitante de GEI en Galicia ascendieron a 12,4 toneladas, frente a las 9,9 del conjunto de España y a las 10,4 de la UE-27. Descontando de las emisiones gallegas aquellas que, según el PACC, se asocian a la energía transformada en Galicia y exportada al resto de la Península (entre 1990 y 2006, como media, el 14,7% de las emisiones totales), las emisiones gallegas por habitante en 2006 habrían sido 10,6 toneladas.