“¿Por qué hay tanta?”, piensas mientras sostienes una percha con unos pantalones cortos casi nuevos. Organizado, limpio, imaginativo y con ritmo salsero de hilo musical, es un espacio con personalidad, entre un gran ropero y una tiendita de ropa indie. En esta tienda donde toda la ropa es gratis, ubicada en el centro social Patio Maravillas de Madrid, nadie te atiende, te tienes que autogestionar, aunque en este momento la supervisa Leticia: “Pues aún tenemos bastante más ropa, nos traen más de la que se llevan”.

ConsumeHastaMorir-Ecologistas en Acción. El Ecologista nº 57

¿Y por qué hay tanta? Caminando a casa con su nuevo bolso de Zara, Rachael Hatton observó sorprendida que éste llevaba cosidas unas esvásticas de adorno ¿Un nuevo tipo de nazismo, ahora prêt-à-porter y de la mano de Inditex (Pull and Bear, Massimo Dutti, Bershka, Kiddy's Class, Oysho, Stradivarius y Zara Home)? Tras la denuncia y la sorpresa de las propias dependientas de la tienda, la clienta supo que muchos bolsos de la empresa gallega se hacen en la India, debido a la creciente externalización de la producción a lugares de mano de obra barata y escasas regulaciones ambientales y sociales. También supo que muchos son diseñados allí, porque a ningún diseñador de la empresa en Galicia se le hubiera ocurrido colocar una esvástica, arcaico signo religioso en la India, y que la mayoría ni siquiera son revisados cuando llegan, hasta el punto de que los y las dependientes poco saben de lo que venden.

Ésta es, resumiendo mucho, la actual maquinaria industrial de la moda para clases medias, donde se repone ropa dos veces a la semana en tiendas como las del grupo Inditex y se diseña, produce y distribuye en sólo tres semanas, haciendo viejo en tu armario lo que no tiene ni un año. “Si le gusta, lléveselo; igual mañana ya no queda, y no es seguro que lo repongan”, decía una dependienta de Zara a una clienta [1].

Es un paso más en un modelo de consumo despilfarrador y hedonista, donde la moda del usar y tirar se extiende a cada vez más sectores, incluidos ya coches, viajes turísticos, muebles o viviendas. Pero es también un potente agente educativo, que permite que el cliente perciba la mayor parte de su ropa como anticuada y la compra misma como una terapia encubierta frente a problemas como la falta de autoestima.

El ritmo es tal que hasta las marcas de lujo se han plegado a multiplicar la aparición de sus colecciones, eso sí, intentando mantener el tipo; como Gucci cuando anuncia en su publicidad “Venta especial” en vez del mundano “Rebajas”. Pero este ritmo es, sobre todo, el de la inhumana producción en jornadas de más de 10 horas diarias, en grandes talleres de India, China, México o Marruecos. Eso sí, no pidas explicaciones a las marcas, hace tiempo que dejaron el engorroso negocio de producir por un más lucrativo negocio de mercadotecnia sentimental.

Recorro los escasos metros cuadrados de la Tienda SINCOSTE, que así es como se llama esta tienda gratis, y pienso en esa mancha de espacios estandarizados que se extiende cada mes: 1.914.493 metros cuadrados de suelo tiene ahora Inditex, repartidos por 3.691 tiendas especialmente preparadas para encandilar al consumidor actual, ése que ya no compra sino que va de compras, que ya no pide sino que elige, en definitiva, que ya no tiene necesidades sino que busca satisfactores.

Y esto las nuevas generaciones lo tienen bien aprendido: el 63% de los adolescentes españoles declara adorar el ir de compras y adquieren una media de 30 prendas y cuatro pares de zapatos al año [2].

Una frase en grande jalona la puerta de acceso a SINCOSTE: “deja que la ropa salga de tu armario”. “¿Esto vale algo?”, le pregunto a Leticia mostrándole una camisa marrón: “Pues sí, pero aquí no cuesta nada. SINCOSTE tiene un horario y se cierra y está presentable justamente porque está llena de cosas que tienen valor”.

Una chica le trae a Leticia una bolsa con ropa y le dice: “no la necesito” y yo, detrás de la cortina del probador, me pregunto, de nuevo, de dónde vendrá la camisa marrón que ahora tengo. Salgo con varias prendas en la mano, miro a Leticia como arrepentido y le digo: “Yo otro día traigo cosas” y como ya debe haber oído esto más veces, me dice con cierta paciencia: “mejor coge toda la ropa que quieras, porque así no la cogerás de Zara”. Me despido: “supongo que todas las reflexiones que aquí se hace uno son también gratis, ¿no?”. “Sí”, me dice Leticia, “pero recuerda, tienen valor”.

Notas

[1] Entrevista de Luz Sánchez-Mellado en «Quiero esto y lo quiero ya», El País. 11-06-2006.

[2] Estudio sobre hábitos de consumo de la consultora TNS. 2007