JPEG - 23 KB

Los Niñ@s venidos a nacer a Bonares se hermanan con los árboles, en un acto simbólico donde acompañados de sus padres plantan un retoño árbol, conmemorando su llegada a este rincón de la vida.

Un año más, el grupo ecologista local fomenta la recuperación del bosque autóctono entre sus vecinos, en esta ocasión y como viene siendo habitual el protagonismo recae en los niños y niñas nacidos en 2009 y los árboles. Cincuenta “pequeños” arropados por sus padres, hermanos y familiares se han acercado al paraje del Posito, T.M. de Bonares, para “hermanarse” con un retoño árbol, que sus padres deberán cuidar hasta su madurez; una cita que desde hace 19 años viene convocando Ecologistas en Acción de Bonares y que cada año tiene más aceptación entre los bonariegos.

Las palabras de Paco Silvera escritor y vecino, ayuda a reflexionar a los participantes sobre la implicación de las personas en la conservación de los bosques y la necesidad que tienen los nuevos padres de velar por ellos, por lo mucho que significaran en la vida integral de sus hij@s, para ello escoge un poema de Juan Ramón Jiménez y recita este otro, que compone para esta ocasión y que titula…

“El Árbol del Mundo”
De su ombligo brotó una punzada de hierro y sintió palpos que penetraban la tierra. Así, como clavada al limo fértil del suelo, le pareció que ya jamás podría cerrar las piernas y un dolor intenso le hizo lanzar tiernas aguas sobre estas raíces, que parecían buscar un infierno. Se quebró como el lamento de un tronco semicortado que resistiera, en su fibra, a la atracción de caer, y le pareció que todo el roncar de su madera restallaba por lo silencioso del bosque de su cabeza. Alzó la mirada y movió sus brazos como ramas floridas que intentarán rasgar el cielo, como aspas de una cruz que arañaran el aire celeste, como innumerables ramones de árbol que intentaran atrapar la nada sagrada de la brisa intangible.

Así, con su cima sosteniendo el cielo, con su parte media llenando los aires y con sus pies afianzando la tierra; así, como centro y eje del cielo, la tierra y el infierno; así, como un punto originario donde toda la fuerza de lo que existe estuviera concentrada, reunida, lista para brotar, hizo un esfuerzo más que le nubló los sentidos y notó otras ramas, otro tronco, otras raíces que pasaban rozándose y lacerando sus carnes de dentro. Y salió como fruta nueva su hija nueva, y oyó el llanto de su nuevo hijo y sus ojos se llenaron también de chiribitas y de luz anegada; prendida, como árbol a la tierra que tiende al cielo, quiso abrazar a su criatura doliente, amarga y feliz.

JPEG - 25.7 KB
Hermanamiento con los árboles