Yo acuso a los responsables políticos de la catástrofe del Prestige

(inspirado en J’Accuse de Émile Zola)

Sr. Presidente del Gobierno, ¿me permitís que me preocupe de vuestra gloria y os diga que vuestra estrella está amenazada por la más vergonzosa e imborrable mancha?

Habéis salido sano y salvo de malas decisiones y gestiones políticas ¡Pero qué mancha de chapapote sobre vuestro nombre puede imprimir la abominable catástrofe del Prestige! Por lo pronto, el juicio que ha demorado una década no os tendrá de imputado, bofetada suprema a toda verdad, a toda justicia.

Puesto que se ha obrado tan sin razón, hablaré. Prometo decir toda la verdad y la diré si antes no lo hace el tribunal con toda claridad. Es mi deber: no quiero ser cómplice.

Por eso me dirijo a vos gritando la verdad con toda la fuerza de mi rebelión de persona indignada. Han pasado diez años y muchas conciencias permanecen turbadas profundamente, se inquietan, buscan, y acaban por convencerse de la impunidad de los responsables políticos de la catástrofe del Prestige.

He aquí, señor Presidente, los hechos. El Prestige se hundió frente a la costa gallega en noviembre de 2002. El naufragio de este petrolero, cargado con 77.000 toneladas de fuelóleo, se produjo tras un cúmulo de errores políticos y de gestión que impidieron al buque refugiarse en algún abrigo, lo que habría reducido drásticamente el vertido, que se produjo tras el hundimiento contaminando las costas de Galicia, Asturias, Cantabria, Euskadi y varias regiones francesas.

La decisión de alejar de la costa al petrolero accidentado se tomó en contra de profesionales y científicos, que de forma clara apostaban por llevar el barco a un lugar abrigado. Pero ningún responsable político de la gestión de esta tragedia ha pagado por sus tremendos errores. Tampoco han pedido perdón. Ni tan siquiera se creó una comisión parlamentaria para investigar la gestión de la catástrofe.

El 16 de octubre de 2012 se inicia el juicio del Prestige y la acusación penal se dirige contra el capitán del barco, el jefe de máquinas, el primer oficial y José Luis López Sors, ex director general de la Marina Mercante, chivo expiatorio y único miembro del Gobierno que se sienta en el banquillo de los acusados. Serán juzgados por delitos contra los recursos naturales y el medio ambiente entre otros cargos. Pero ni armadores, ni responsables de la carga, ni políticos que tomaron las nefastas decisiones han pagado ni van a pagar por ello, puesto que ni siquiera están imputados.

Espanta la terrible claridad que arrojan estos hechos sobre la impunidad de los responsables políticos. El enorme esfuerzo humano de miles de voluntarios y voluntarias de la limpieza del desastre ocasionado por un Gobierno insensible e incompetente no puede ser tirado por la borda.

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Facsimil Yo Acuso

Por ello,

- Yo Acuso al expresidente de Gobierno José María Aznar como máximo responsable político en aquel momento.

- Yo Acuso al exvicepresidente del Gobierno Mariano Rajoy, portavoz de una información infame y corresponsable de las decisiones políticas que abocaron a una de las mayores catástrofes ambientales del siglo.

- Yo Acuso al exministro de Agricultura y Pesca Miguel Arias Cañete de haber tenido en sus manos la posibilidad de defender al sector que administraba y que abandonó a su suerte.

- Yo Acuso al exministro de Medio Ambiente Jaume Matas por mantener la misma inactividad en la defensa del medio ambiente.

- Yo Acuso al exministro de Fomento Francisco Álvarez-Cascos por permitir el alejamiento del Prestige y no asumir la responsabilidad.

En cuanto a las personas a quienes acuso, pido que reconozcan su responsabilidad política de los hechos acaecidos, pidan perdón públicamente aunque hayan pasado diez años y cesen en sus cargos públicos actuales, si los tuvieran, y que nunca más ejerzan responsabilidad política alguna, para lo cual considero son incompetentes.

Y el acto que realizo aquí, no es más que un medio revolucionario de activar la explosión de la verdad y de la justicia. Sólo un sentimiento me mueve, sólo deseo que la luz se haga, y lo imploro en nombre de la humanidad y el medio ambiente, que han sufrido tanto y que tienen derecho a ser felices. Mi ardiente protesta no es más que un grito de mi alma. Que se atrevan a llevarme a los Tribunales y que me juzguen públicamente.

Así lo espero.