La sesión del Consejo Nacional del Agua celebrada ayer día 13 de diciembre tuvo entre sus puntos del orden del día la aprobación de los planes hidrológicos de demarcación del Guadiana, Guadalquivir, Cantábrico Oriental y Cantábrico Occidental. Ecologistas en Acción rechaza la aprobación de dichos planes porque no se contemplan medidas eficaces para frenar el deterioro ambiental y, es más, en algunos casos van a redundar en una mayor explotación de los ríos y acuíferos.

En particular ese es el caso del plan hidrológico del Guadiana. Un plan que resultaba clave para afrontar la definitiva solución a la sobreexplotación de los acuíferos de la Mancha occidental, para recuperar las Tablas de Daimiel y las lagunas de Ruidera y para reducir las presiones trasvasistas sobre el Tajo. No sólo no se han afrontado estos retos sino que el Plan, tras varias modificaciones de última hora, ha incrementado las dotaciones para regadío en la propia cuenca y ha abierto la puerta a nuevos trasvases.

El Plan del Guadiana contempla el incremento de la superficie de regadíos en la Demarcación en 22.000 hectáreas, principalmente en Extremadura. Así como, una mayor dotación global de agua para regadíos respecto a lo previsto en el Plan Especial del Alto Guadiana, incrementando la presión sobre los acuíferos en 80 hm3 al año.

Además, mantiene el trasvase de 65 Hm3 desde la sobrexplotada cuenca del Tajo, 50 procedentes del Tajo-Segura a través de la conocida como tubería manchega y 15 desde Almoguera y Finisterre. Además, abre la vía de nuevos trasvases con el fin de recuperar las Tablas de Daimiel. Una aberración que dañará aún más a los ecosistemas de la cuenca cedente y que incrementará los precios de los abastecimientos en la receptora.

Se olvida el Plan de aprovechar la oportunidad que la meteorología nos ha ofrecido en los últimos años recuperando en parte los acuíferos. En lugar de mantener una política de ahorro en el consumo para regadío y de reducción de extracciones ilegales, el Plan se limita a una confusa reducción de plazos para alcanzar esa recuperación.

El Plan del Guadiana ha resultado ser una vuelta al pasado, es sin duda un mal plan, el peor con diferencia de los aprobados en el Consejo del Agua hasta ahora.

Un ejemplo de ello es también la ridícula aportación en materia de protección ambiental de los ríos. El Plan no ha fijado, ni siquiera propuesto, un caudal ecológico en la desembocadura, ni en los ríos que alimentan a las Tablas de Daimiel, abre la puerta al incremento de extracciones en el entorno de las lagunas de Ruidera. Y, en cuanto a reservas naturales fluviales, no declara ninguna en Castilla-La Mancha ni en Andalucía, y sólo declara una en Extremadura.

En cuanto al plan hidrológico del Guadalquivir, se reduce el caudal ambiental dispuesto en el plan hidrológico vigente desde 1998. Si hasta ahora estaba fijado en 12 m3/seg. ahora se reduce a una horquilla de 6´8 – 7´8 m3/seg. Es decir, el caudal ambiental del Guadalquivir se reduce en alrededor del 40 % lo que tendrá serias repercusiones en el conjunto de la cuenca.