El Consejo de Estado, en su dictamen sobre el proyecto de Reglamento de Circulación, se ha manifestado en contra del incremento a 130 km/h en autovías y autopistas.

En su opinión, ese incremento disminuye la conciencia de riesgo de los conductores e incrementará el número de accidentes. Un aumento de la velocidad en autovías es un tremendo error medioambiental, energético y de seguridad vial. Supondría un mayor consumo de combustible, un crecimiento de las emisiones de gases de efecto invernadero, aumentaría la contaminación acústica y crecería la siniestralidad. Circular más despacio no sólo es más barato, contamina menos y reduce las posibilidades de sufrir un accidente mortal de tráfico.

El incremento de la velocidad puede aumentar de una manera significativa la siniestralidad, ya que los accidentes son proporcionales en número y magnitud a la velocidad de circulación. Un ejemplo europeo lo tenemos en Dinamarca, donde tras elevar la velocidad de 120 a 130 km/h en 2004, solo en un año aumentaron el número de fallecidos por accidente en un 20%.

Aumentando la velocidad a 130 km/h se despilfarraría aún más combustible, puesto que la máxima eficiencia energética de los automóviles se encuentra en torno a los 90 km/h. El Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) ha demostrado que incrementar la velocidad en 10 kilómetros por hora supone un gasto de hasta un 11% más de combustible. Consume el 40% de la energía, de la que un 85% corresponde a la carretera. Conviene recordar que, reduciendo la velocidad se ahorraría petróleo. Consumir menos combustible redundaría en una disminución de la importación y de dependencia de este combustible.

Más velocidad supone más emisiones de gases causantes del cambio climático, haciendo más difícil el cumplimiento de nuestros compromisos de reducción de emisiones. Además de dióxido de carbono, de los tubos de escape salen gases y partículas que perjudican a nuestra salud y que se incrementarían también con el aumento de velocidad, igual ocurriría con el ruido. Una de las medidas más eficaces contra la mala calidad del aire es la disminución de la velocidad. La propuesta de aumentar la velocidad límite es también contradictoria con el contenido del Plan Nacional de Mejora de la Calidad del Aire, donde se aboga por una reducción de la velocidad como forma de luchar contra la contaminación atmosférica. En lugar de aumentar la velocidad, hay que hacer lo contrario, estudiar medidas para reducirla a 110 por hora. Es un hecho que si se rebajan los límites aumentan los beneficios en términos de descenso del consumo de petróleo y de las emisiones de CO2.

Este pronunciamiento del Consejo de Estado plantea la necesidad de anular la insensata propuesta de permitir un aumento de la velocidad a 130 Km/h en autovías y autopistas y anima a hacer justo lo contrario.

Disminuir la velocidad de circulación es una forma eficaz de reducir la factura y los impactos que provoca el transporte por carretera.

Reflexiones de Pedro Belmonte, miembro y portavoz de Ecologistas en Acción de la Región Murciana, sobre la propuesta del gobierno central de aumentar a 130km/h la velocidad en autovías y autopistas.