El Día sin compras promueve desde sus orígenes, hace ya 23 años, un consumo responsable y consciente ante la cultura de despilfarro, endeudamiento y consumismo del «viernes negro».

Mientras los anuncios de televisión y los escaparates de las grandes cadenas comerciales bombardean con ofertas de «viernes negro» (Black Friday), una jornada internacional cuestiona el actual modelo de producción y consumo y apunta hacia un sistema que no nos hace felices ni está destinado a satisfacer necesidades. Ecologistas en Acción se une al Día sin compras y recuerda que el bienestar no cabe en una bolsa de centro comercial.

La huelga simbólica de compradores se celebra cada año desde hace más de dos décadas, coincidiendo con una de las jornadas más consumistas en Norteamérica, el llamado «viernes negro». Es el día posterior al Día de Acción de Gracias, en el que se lanzan ofertas para incentivar las compras y disparar la campaña navideña. Cadenas comerciales españolas se apuntan a las promociones especiales. Les ayuda el mensaje oficial, empeñado en hacer creer a la ciudadanía que la recuperación llegará a través de la incentivación del consumo. Crecer y comprar, como si el planeta no tuviera límite.

El Día sin compras critica, por el contrario, un modelo de producción y consumo a la medida de las grandes empresas y de sus objetivos de maximización de beneficios, en el que la mayor parte de los productos se fabrican en lugares y por personas que no podrán disfrutar de ellos. Miles de kilómetros de injusticia social con grandes impactos medioambientales llegan en forma de oferta en viernes negro.

La llamada a no comprar por un día es una manera de plantear un cambio de sistema, que no explote el planeta sino que esté en paz con él. La sostenibilidad socioambiental, el reparto equitativo de la riqueza, la solidaridad y las relaciones comunitarias de cercanía son principios que deberían marcar la salida de la crisis. La jornada busca que las personas consumidoras se planteen hasta qué punto necesitan y desean lo que compran.

Pero mucho más importante que el Día sin compras es el resto del año: 364 días de consumo consciente. Alternativas de consumo como los mercados sociales que han surgido en diferentes ciudades apuntan en esa dirección.