A principios de enero, Ecologistas en Acción recibió la denuncia, por parte de vecinos de Riaguas de San Bartolomé, de que se había culminado la tala de unos 200 árboles de gran porte (chopos en su mayoría) que flanqueaban la carretera de acceso a la población. Al parecer, la actuación fuepromovida y llevada a cabo, durante los meses de noviembre y diciembre de 2016, por el propio Ayuntamiento y la Diputación Provincial de Segovia.

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Antes de la tala

La denuncia iba acompañada de algunas imágenes bien expresivas de lo que ha significado dicha acción para el paisaje de este tramo de camino que daba la bienvenida al pueblo de la mejor manera posible: con una magnífica hilera de árboles de gran altura, que regalaban sombra y frescor, en verano, y esa dorada belleza de las arboledas otoñales.

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Después de la tala.

Pero esta pérdida no es sino la última de un goteocontinuado que lleva produciéndose en las últimas décadas, no sólo en Segovia sino en toda España, al amparo de esa obsesión por ensanchar carreteras o por una supuesta seguridad vial que todolo justifican.

Los paseos y carreteras arboladas son una herencia secular, un patrimonio cultural que debemos agradecer a gestores y planificadores con mayor sensibilidad que la que exhiben los actuales políticosy técnicos.La plantación de arbolado a lo largo de las carreteras se incorporó como criterio desde el inicio de estas infraestructuras, como vemos en la introducción a una real orden recogida en la Gaceta de Madrid de febrero de 1852: «Desde que a mediados del pasado siglo (XVIII) se dio comienzo a la construcción de las carreteras en España, conoció el Gobierno la conveniencia de establecer arbolados en sus márgenes, con el doble objetivo de proporcionar a los viajeros la frescura y amenidad que tanto escasea en nuestras comarcas interiores, y a los propietarios colindantes un ejemplo de que a su vez podrían aprovechar para embellecer por de pronto sus predios, legando a sus hijos un aumento de riqueza con el producto de las leñas…”

Pero este espíritu tiene continuidad en la legislación de carreteras de la dictadura franquista, como podemos leer en esteDecreto de 27 de julio de 1944 por el que se fijan Normas para fomentar la implantación de arbolado en las carreteras: “El Ministerio de Obras Publicas procederá a la implantación en gran escala del arbolado de las carreteras del Estado, así como a completar y mejorar el que hoy existe, redactando rápidamente un plan extensivo, por lo pronto, a los caminos nacionales, que deberán quedar totalmente repoblados en el plazo máximo de cinco años.

Sin perjuicio de esta preferencia, se deberán extender las plantaciones a todos aquellos tramos de carreteras comarcales y locales en que por razones de situación, clima u otras circunstancias favorables resulta fácil y económica su implantación, especialmente en las proximidades de poblaciones y en las zonas de regadío.”

Esmás, la misma norma y otras posteriores dejan bien claro a quién corresponde la vigilancia y conservación de este patrimonio: “Las Diputaciones provinciales dedicarán a esta atención una parte de las subvenciones que para la construcción y conservación de caminos vecinales reciben del Estado, formulando los planes de repoblación de los referidos caminos. De la vigilancia del arbolado, (…) quedarán encargados los Ayuntamientos respectivos.”

En estas últimas décadas, sin embargo, se ha dado un giro radical a las políticas de construcción y mantenimiento de carreteras y autovías, que no han visto en este patrimonio arbolado más que un obstáculo que arrasar en aras del veloz flujo del tráfico. La pregunta obvia es: ¿es esto necesario? ¿no se puede hacer de otra manera? Y la respuesta adecuada es: no siempre es necesario y, cuando lo sea, nada impide actuar de modo más acorde con la sensibilidad estética, culturaly ambiental.

Así, la ampliación de calzadas, cuando sea imprescindible, puede completarse con la replantación de nuevas arboledas que ofrecen no sólo amenidad, sino otros servicios también relacionados con la seguridad y confortabilidad, como son: sombra, guía óptica, pantalla antideslumbrante, protección contra vientos y otros agentes atmosféricos, protección de taludes… Sin olvidarnos de las aportaciones ambientales derivadas de su carácter de refugio para la fauna, corredor ecológico y capacidad de absorción y fijación de contaminantes y CO2.

De hecho, la Unión Europea ha apoyado, a través de la financiación de los fondos LIFE+, varios proyectos (como EnArbolar -Grandes Árboles para la Vida- o Roads of Nature -Carreteras de Naturaleza-) dirigidos aconcienciar sobre el valor natural, paisajístico y cultural de estas formaciones vegetales y promover la protección de “esas avenidas arboladas que actúan como excelentes corredores ecológicos, pero al mismo tiempo forman parte de un paisaje tradicional que nos une con la naturaleza y nos hace mucho más agradables los viajes”, argumenta César Javier Palacios, director de EnArbolar.

Con todo, en aquellos casos en los que objetivamente ciertos árboles generen peligro (por hallarse en mal estado, por tener un crecimiento invasivo, por localizarse en curvas con mala visibilidad…), el tratamiento debería hacerse de forma cuidadosa, a través de podas, talas selectivas, instalando vallas de protección, aplicandopintura reflectante en los troncos y haciendo un control efectivo de la velocidad.

En la provincia son ya contados los tramos de carretera en los que aún se disfruta de estos compañeros de viaje, convertidos en una especie de paisaje en peligro de extinción, un legado valioso que alivia la dureza del asfalto y embellece y da carácter a ciertas localidades. El municipio de San Ildefonso es un ejemplo de cómo se puede hacer un tratamiento diferente de un “presunto” problema y a nadie se le ocurriría la idea de arrasar la fabulosa hilera de plátanos, castaños y robles que flanquea sus carreteras de acceso.

Riaguas no es el Real Sitio de San Ildefonso, es una pequeña localidad de menos de 50 habitantes que, sin embargo, contaba con una arboleda lineal que hermoseaba su carretera de acceso. Es bastante inexplicable qué justificación puede darse a una acción que arrasa con 200 árboles de una vez, que estaban sanos y que difícilmente podían constituir ningún peligro para los escasos vehículos que, en todo caso, no deben circular a altas velocidades en este tramo.

Los vecinos de Riaguas han perdido un paseo arbolado, que ya no apetecerá recorrer en los rigores del verano; el paisaje es un poco más pobre y desnudo; y todos hemos sufrido un nuevo mordisco a ese legado común que es el patrimonio forestal.

Confiamos en que sea el último, y para ello solicitamos un cambio drástico en las políticas de conservación de carreteras de nuestra provincia, a cargo de la Diputación Provincial de Segovia, que pase por:

  • La preservación de las escasas formaciones lineares arboladas aún existentes.
  • El estudio individualizado y la actuación selectiva, aplicando la diversidad de herramientas disponibles, en los casos de riesgo objetivo.
  • La progresiva recuperación de arboledas lineares, mediante una política activa de plantación en las carreteras provinciales, con especial atención a los tramos de acceso a poblaciones.
  • La eliminación del glifosato como agente herbicida aplicado en los bordes de las vías y cunetas, sustituyéndolo por sistemas mecánicos.
  • Y, para finalizar, la incorporación de técnicos ambientales en la institución provincial que puedan entender, y defender desde dentro, el valor del patrimonio natural segoviano y hacer de interlocutores con la ciudadanía, hoy indefensa ante las numerosas agresiones ambientales que se producen en el medio rural.