Crear conciencia social y ambiental.

Luis Miguel Ferrer Bueno, profesor de la Facultad de Educación de Zaragoza [*]. Revista Ecologista nº 92.

Desde hace cinco años, varios profesores de la Universidad de Zaragoza llevan a sus alumnas y alumnos, que se preparan para ser docentes de Educación Infantil, a conocer cómo se vive en Sieso de Jaca. Allí toman contacto con la naturaleza y sobre todo con otra forma de vivir sostenible y en equilibrio con el entorno.

Son las 10 de la mañana. Un autobús con cincuenta futuras maestras (todas chicas, salvo un chico), estudiantes de la asignatura Ciencias de la Naturaleza en Educación Infantil, del grado de Magisterio de la Universidad de Zaragoza, para en la entrada de la pista de Sieso de Jaca. El día está lluvioso y todas salen del autobús con los chubasqueros y los paraguas. Están un poco nerviosas, pero muy contentas, una salida fuera del aula siempre es un día especial que compartes con tus compañeras, con tus profesores y profesoras, y, en este caso, también con las personas que habitan en Sieso de Jaca, que ya nos esperan a la entrada de la pista de acceso al pueblo. El ambiente es expectante.

Las futuras maestras van a conocer Sieso de Jaca, un pequeño pueblo situado en el Valle de Caldearenas, en el Prepirineo Aragonés. Sieso se despobló tristemente en la década de los 60, la última familia abandonó el pueblo en 1965 dejando atrás una muy valiosa forma de vida y conocimientos milenarios. La vida en el entorno rural se basaba en la autosuficiencia (agricultura y ganadería), en unas relaciones sociales de apoyo mutuo y en la cooperación y el aprovechamiento respetuoso de los escasos recursos que ofrecía un entorno seco y duro. Durante muchos años la cultura, las casas, los caminos, las huertas y las fuentes estuvieron en ruinas, en silencio. Hoy es de nuevo un pueblo vivo gracias a un grupo de personas, niños, niñas y adultos, que hace ya más de diez años decidieron repoblarlo y recuperar la vida en este lugar.

Casa rehabilitada en el pueblo ocupado de Sieso de Jaca, Huesca. Foto: César González y Ester Mateo.

Lo primero, presentarse; cada una de las futuras maestras tiene que inventarse un nombre, mezclando el suyo propio con un elemento de la naturaleza. Algunos de los que se ponen son: Beeeelén: “Porque mi abuelo ha sido pastor y lo quiero mucho”, dice Belén Soláns. Otra se apoda Saraseta: “Porque me gusta ir al monte a buscar setas”, explica Sara Serrano.

Un primer rayo de sol aparece en el cielo

El grupo comienza el paseo por la pista embarrada, cuatro kilómetros que utilizarán como sendero interpretativo para aprender sobre la naturaleza y darse cuenta de que forman parte de ella. Durante el trayecto se realizan dinámicas de conocimiento del entorno mediante las que van descubriendo rastros de animales, conocen los nombres de las especies vegetales y animales de la zona, aprenden sobre las relaciones entre los diferentes seres vivos, dentro de un ecosistema y la dependencia entre ellos. Acarician árboles, huelen y sienten el bosque y regalan a sus compañeras fotos mentales de lo que más les gusta del recorrido. Caminan despacio, disfrutando, parándose a descubrir pequeños detalles que normalmente pasan desapercibidos, si no hacemos el esfuerzo de fijarnos, de observar con mimo y con ganas de aprender.

Las estudiantes ponen en común sus aprendizajes. Esto significa“ser consciente del aquí y el ahora y de formar parte del ecosistema”, afirma Sandra Cisneros .

A las 12 horas, el sol ya ha salido del todo y después de almorzar y reponer fuerzas, llegan a Sieso de Jaca. Las vistas del pueblo son preciosas y las ganas de conocer el proyecto, enormes.

Un proyecto colectivo

Desde 2005, existe en Sieso de Jaca un proyecto colectivo de rehabilitación. En lo agroecológico, trata de armonizar las relaciones de las personas con su medio, a distintos niveles. Desde el punto de vista ambiental, se lleva a cabo una agricultura y ganadería ecológicas; también se usan energías renovables, la bioconstrucción tradicional, una silvicultura sostenible (explotación de árboles), el respeto a la tierra y los animales y, en definitiva, una responsabilidad global.

Pero el proyecto de Sieso también contempla el aspecto social, la vida en comunidad. Autogestión de la alimentación, la economía, la vivienda, la energía y el agua. Por supuesto con un autogobierno asambleario. En lo personal, la comunidad de Sieso de Jaca tiene en cuenta el aprendizaje continuo: la gestión emocional, integración de la diversidad, educación mutua, empoderamiento, esfuerzo, confianza, paciencia…También el juego, humor, cuidado y el amor.

En Sieso de Jaca viven actualmente 28 personas, de las cuales diez son niños y niñas. Todas residentes y migratorias y entre todas y todos comparten una aventura cotidiana muy entretenida. ¡No, no se aburren!

Las estudiantes que visitan Sieso de Jaca escuchan con atención cómo obtienen sus habitantes los recursos materiales para el día a día. En Zaragoza, de donde vienen la mayoría de ellas, le das a la ruleta del termostato y la temperatura de la casa sube. La relación con el consumo de recursos no es visible. Aquí, esa relación es mucho más evidente. Para calentarse hay que cortar leña, el agua hay que traerla de la fuente y se agota, la electricidad se produce mediante placas solares, y es preciso controlar su consumo porque no es infinita: si yo gasto mucha electricidad, alguna otra persona se quedará sin poder utilizarla…

Estudiantes de magisterio visitan Sieso de Jaca, Huesca, para conocer cómo se vive en el campo. Foto: César González y Ester Mateo.

Las estudiantes se hacen conscientes en este punto de la relación entre el ser humano y los recursos y las consecuencias del consumo. “En este pueblo, que ha creado una relación muy respetuosa con el entorno, intentan modificarlo lo menos posible. Reducen así su consumo de recursos”, manifiesta Beatriz García, estudiante que está hoy de visita en Sieso.

A continuación comen todas y todos juntos una comida que preparan con productos locales de la propia huerta. Recién cogidos para el puchero. Cada una se sirve su plato pensando en que tiene que llegar para todo el mundo; luego friegan y dejan el comedor tal y como lo han encontrado. ¡Son importantes la autogestión y la soberanía alimentaria!

Descansan, toman el sol, que ya les acompaña todo el rato, recorren el pueblo, charlan con la gente… Y comparten, debaten, aprenden…

Por la tarde se juntan todas y todos en una gran sala, rehabilitada hace apenas un par de años, para continuar compartiendo y debatiendo. En este caso, una vez que han visto que somos parte del entorno y que como seres humanos influimos en el mismo a través del consumo de recursos, se centran en las relaciones humanas, una parte importante para la transformación social. Las relaciones humanas suponen un papel fundamental dentro del proyecto de Sieso, que crece gracias a una inmensa ilusión y tenacidad para aprender a dotarse, no sólo de lo material, también de las herramientas para sentir, comunicar, convivir y amar más sanamente. Es una charla muy productiva: las alumnas no paran de preguntar sobre la organización del pueblo, la toma de decisiones, los trabajos comunitarios, el uso del móvil o Internet.

Reflexiones necesarias

Algunas de las reflexiones posteriores de las alumnas sobre esta parte son: “Se busca dar lo mejor de sí mismo, para mejores relaciones, en las que todo el mundo opina y participa, sin imponer su opinión o sus necesidades sobre las de los demás”, dice Ana de la Cruz.

Podrían seguir compartiendo toda la tarde y toda la noche, pero el autobús les espera. Se despiden de Sieso de Jaca y de su gente, agradecidas porque les han abierto sus casas y sus corazones. Meriendan magdalenas, que también han hecho en el horno del pueblo, y emprenden el camino de vuelta por la pista ya apenas embarrada y con un sol brillante que refleja el estado de ánimo con el que se van.

Las conversaciones son intensas y acaloradas, tanto durante la caminata por la pista como durante el viaje de regreso en autobús. Por lo que relatan en sus reflexiones posteriores, como uno de los objetivos fundamentales de la salida, estas vivencias serán plasmadas en sus futuras clases en Educación Infantil.

Para Sandra Cisneros conocer cómo se vive en Sieso de Jaca “ha resultado muy positivo. Me ha hecho reflexionar sobre diversos aspectos, tanto de vida del ser humano en el medio como sobre qué entorno es más enriquecedor para la educación de los niños y niñas”.

Tanto los profesores de Ciencias de la Naturaleza en Educación Infantil como la gente de Sieso de Jaca, que organizamos conjuntamente esta actividad, desde hace ya cinco años, estamos contentos. Creemos que la gravedad de la crisis ecológica en la que estamos inmersos [1] se ve agravada por la gran cantidad de personas insensibles a los riesgos para la vida del momento que atravesamos como civilización [2].

Estamos convencidos de que desde el ámbito educativo y, en concreto, desde la universidad, es necesario trabajar la concienciación ambiental, el respeto por el entorno y la naturaleza, la interacción del ser humano con dicho entorno y sus consecuencias. También de las relaciones sociales, económicas y políticas que sustentan nuestro sistema. La formación de las futuras maestras es un eslabón fundamental en el proceso de cambio.

Confluyen en este día la teoría más académica con la parte más vivencial de la comunidad rural. Se crea así una sinergia en la que cada parte percibe más claramente su importancia y potencialidad.

Quizás, en el fondo, se trata de sentirse parte de la naturaleza, del planeta y de la sociedad y descubrir el papel y el lugar que cada uno cumple en esa integración.

Notas

[*] Este artículo y la visita a Sieso de Jaca es posible gracias al trabajo de mucha gente, de las futuras maestras y los habitantes de Sieso de Jaca. Y de Ester Mateo, Rosario Fernández y Luis Miguel Ferrer, profesores de la Universidad de Zaragoza e Isabel Roy y David García responsables de la actividad en Sieso.

[1] Riechmann, Jorge (2000). Un mundo vulnerable. Ensayos sobre ecología, ética y tecnociencia. España: Catarata.

[2] Herrero, Yayo (2016). Ponencia durante la Trobada per la Justícia Social i Ambiental. Girona.