Tiene una tecnología similar que el reactor 3 de Fukushima.

Carlos Arribas, Ecologistes en Acció del País Valencià. Revista El Ecologista nº 69.

La central nuclear, situada a 2 km de Cofrentes (Valencia) en el Valle de Ayora, y a 110 km de Valencia, es propiedad de Iberdrola. En octubre de 1984 se conectó por primera vez a la red. Es un reactor de agua en ebullición BWR/6 suministrado por General Electric, con una contención Mark III, y una potencia eléctrica inicial de 992 MW, que aumentó a 1.096 MW tras tres repotenciaciones sucesivas (1988,1997, 2002), la mayor del Estado español. Se refrigera en circuito cerrado con dos torres de 130 m de altura, y debido a la evaporación consume 20 hectómetros cúbicos anuales de agua del río Júcar.

Durante 2010 generó 9.549 millones de kW•hora, el 3,5% de la generación eléctrica peninsular y el 15,4% de la energía generada por el parque nuclear. El 10 de marzo de 2011 recibió del Ministerio de Industria la prórroga de su licencia para operar hasta 2021.

Un diseño cuestionado

Los reactores BWR (Garoña y 92 más en el mundo), aunque de diseño más sencillo y económico que los de agua a presión, tienen una serie de problemas que los hace más vulnerables. El sistema de contención Mark (pozo seco, piscina de supresión y la contención metálica) ya fue criticado por funcionarios del organismo regulador americano en 1974, por su ineficacia en el caso de un accidente severo, como se ha demostrado recientemente en Fukushima. Un problema común en este tipo de reactores es la corrosión intergranular, debido a la degradación del acero sometido a intensas radiaciones y presiones. Cofrentes tuvo que sustituir todos los accionadores hidráulicos de las barras de control en 2007 debido a ese problema, que ha aparecido en otros elementos de la vasija recientemente (grietas en el separador de vapor) y que denotan que el envejecimiento de la central aumenta exponencialmente los riesgos de un accidente grave.

Los principales problemas que ha tenido esa central a lo largo de 27 años son: corrosión intergranular, rotura de elementos combustibles, fugas en los accionadores de las barras de control, disparo incontrolado de las válvulas de alivio y seguridad (cuyos motivos todavía se desconocen), incendio de uno de los transformadores principales, y grandes dosis de radiación a los trabajadores, especialmente en las recargas, las más altas de todas las centrales españolas. Sólo en los últimos 10 años ha sufrido 25 paradas no programadas, 6 prealertas de emergencia y 102 sucesos notificables (2 de nivel 1 en la escala INES).

Las piscinas han estado a punto de saturarse en diversos momentos. En 1997 y 2008 se llevaron a cabo reordenaciones de los elementos combustibles en las dos piscinas para dejar más espacio libre. El año de saturación de las piscinas se ha retrasado a 2021, en el supuesto de que no esté operativo el ATC en ese momento.

Riesgo sísmico y de inundaciones

Cofrentes se sitúa sobre una falla sísmica activa. Hay que anotar que en 1748 un terremoto de grado 6,2 en la escala Richter y con epicentro a unos 35 km destruyó los pueblos de Montesa, Estubeny y Sellent. La base de diseño de la central contempla terremotos de aproximadamente ese valor (equivalentes a una aceleración de 170 cm/s2). Hay que destacar que la Central se encuentra asentada en terrenos aluviales blandos, por lo que un terremoto amplificaría las vibraciones sobre la instalación nuclear, como recientemente ocurrió en Lorca.

La central se encuentra en la confluencia de los ríos Júcar y Cabriel y se refrigera con las aguas tomadas en el embalse de Cortes II. Aguas arriba de esos dos ríos se encuentran los embalses de Alarcón y Contreras que pueden derrumbarse; ya en 1982 las lluvias torrenciales se llevaron por delante la presa de Tous inundando parte de la comarca de la Ribera del Júcar y matando a varios trabajadores de la central que se desplazaban a su lugar de trabajo en un autobús que fue arrastrado por las aguas. Aunque en el diseño base se contempló la posibilidad del derrumbe de alguno de esos embalses junto con lluvias torrenciales y por ese motivo se modificó la ubicación original hasta situar a la central en una cota más alta, hay riesgo de que esa rotura sea simultánea y que el parque de 400 kV situado a cotas menores sea inundado y se pierda la conexión eléctrica exterior, imprescindible para la refrigeración del reactor en el caso de una parada fría. La probabilidad de que haya un daño severo al núcleo si eso sucede es de 7,1 por 10 a la menos 7 según el CSN.

No es despreciable el riesgo de contaminación radiactiva del agua del río Júcar, de la cual beben los ciudadanos de Valencia y Sagunto, y riegan agricultores de varias comarcas valencianas.